Desayunos en París

Si estás en París y no quieres desayunar de cualquier manera, vive un auténtico lujo en los exquisitos Angelina y Ladurée.

Jesús Andreu. 27/06/2014
Macarons, Ladurée (París)
Macarons, Ladurée (París). Haz clic en la imagen para más información

Decir París lujoso es un pleonasmo, lo mismo que subir arriba o entrar dentro. París es así, una ciudad cubierta de oro, coronada de jaspes, empedrada de mármoles, pura opulencia. Quizá no haya nada debajo de su belleza, probablemente sea la clásica bella sin alma, pero poco importa porque la belleza complace extraordinariamente y más si no es para toda la vida. Por eso, es perfecta para la velocidad del turista, en un mundo en el que nada hay más efímero que el viaje moderno: es martes, luego estamos en Berlín.

Cuando yo era joven, aún más pobre pero igualmente admirador de la belleza, y estudiaba en Londres, me alimentaba de tés. Era mi único acceso al lujo. Un almuerzo sencillo -un hot dog en un reluciente carrito de Hyde Park, pongo por caso- y un suntuoso té en el Hyde Park Hotel (hoy Mandarin) o en el Savoy, incluso en el Ritz, venía a costar como dos comidas completas en un pub y el placer que provocaba era incomparable. Algo así como noble por un día.

Chocolate a la taza, Angelina (París)

Lo mismo vale para la otra ciudad del dispendio. Por eso, si estás en París y no quieres desayunar de cualquier manera (por ejemplo, en el caro y lujoso Westin París donde las servilletas son de papel, los platos sucios se acumulan en las mesas y el decorado es nocturnamente siniestro) no hay que devanarse los sesos.

Vivir un auténtico lujo sin gastarse una fortuna es posible en los exquisitos y populares Angelina y Ladurée. Así como en Londres recomendaba el té -que otra cosa mejor que un té ingles? Hay alguna otra cosa en la gastronomía inglesa que no sea roastbeef o té completo?- en París sugiero el desayuno y mejor temprano. La razón es que el resto del día las colas son tan serpenteantes y vulgares como las del Louvre.

Barra del salón Angelina, París

Ladurée parece un perfecto decorado parisino y la cursilería de sus verdes no debe desanimarnos porque el interior es marrón y tan oscuro como una día de galo invierno.

Angelina esta bajo los arcos de la Rue Rivoli, a caballo entre jardines y Palacios, medio escondido por el tráfico y el trasiego de los visitantes que cámara en ristre asolan cuanto pisan. En ambos, los dulces son deliciosos y el chocolate a la taza excepcional.

Escaparate de Ladurée, París

Los escaparates no parecen reales sino,sacados de Hansel y Gretel o de Charlie y la Fábrica de Chocolate o de Acula Quiero cuento infantil en el que la gula golosa tenga un papel primordial. Lo bueno es que aquí tos es real y el croissant o la dame blanche están tan buenos como parece. También los macarons de Ladurée son los más famosos de París. No los mejores, pero la caja es tan conocida como la de Cartier y a veces soñar es más importante que comer…

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