Cuando la Haute Couture descubrió a Disney
Llegó Elie Saab pensando en clave Frozen, en princesas. Y Gaultier, L´enfant terrible inspirado en un personaje entre Cruella de Vil y Maléfica.
Lo bueno que tiene París es que nunca te aburres. Lo mejor de la Semana de la Alta Costura es que siempre sorprende. «Lo mejor es enemigo de lo bueno», dice el refrán y cuando desfilan dos de los grandes una ya no sabe qué es lo bueno y qué es lo mejor.
En la pasarela L´Enfant terrible de la Haute Couture, el único, el inimitable Jean Paul Gaultier ha presentado una colección en blancos y negros dignos de la mismísima Maféfica con un toque de Cruella de Vil clarísimo. Sólo faltaban los 101 dálmatas para representar el mundo imaginario de una mujer con un punto agresivo, distante, perfeccionista y desafiante.
Eso sí, a diferencia de otros diseñadores con la marca de la casa Gaultier, nos encontramos acabados perfectos, asimétricos, blusas blancas enmarcadas, hombreras y volantes en los escotes. Organzas combinadas con piel y trajes pantalón o falda pantalón entallados y por debajo de la rodilla. Llamativo el ‘bombacho’ que vuelve de cintura alta en terciopelo y los guantes de napa negro hasta el codo.
La otra cara de la moneda la ha puesto Elie Saab quien, fiel a su estilo, se ha inspirado en Elsa, la protagonista de Frozen. Princesa de día y princesa de noche. Princesa liberada, femenina, consciente de su belleza y de que el atuendo está para hacerla más bella y no más fea. Los vestidos de noche bordados en mil y una piedra de mini Swaroskis en degradé sencillamente espectaculares, marca de la casa. El vestido sirena en organza azul, te envuelve en el mundo de la Sirenita, te recuerda al atardercer en la playa. El largo coral en degradé de perla gris con hilo de nacár y plata, te sumerge en el fondo del mar.
La propuesta Saab para el día son trajes cortos, acampanados, escotes imposibles pero posibles, entallados, de hombro semi caído y cintura marcada. En algún caso flirteando con el estilo lencero, sedas, pasamanerías y delicados encajes. El diseñador libanés nació para convertir a las mujeres en princesas y es lo que sabe hacer la mar de bien.