Los mejores amigos

Lo cierto es que los animales en general y los perros en particular, se utilizan cada vez más para asistir como ayuda.

Un Socrático. 16/10/2014
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Las mascotas pueden ser mucho más que unos buenos amigos

 

Todos hemos visto alguna vez esos famosos perros que llevan el peto amarillo por la calle. La gente, al verlos en lugares normalmente vedados a todo tipo de animales, se da la vuelta para mirarlos y cuchichean: «Estos son los perros de la ONCE», mientras admiran las caras simpáticas y amables de las especies caninas que se suelen utilizar para ayudar a las personas invidentes. Lo cierto es que los animales en general y los perros en particular, se utilizan cada vez más  para asistir como ayuda y guía a personas con algún tipo de disfunción motora.

Lo que no conocemos tanto, salvo por noticias esporádicas en telediarios, es la otra faceta para la que estos animales ofrecen una ayuda inestimable. Estoy hablando de las conocidas como Terapias Asistidas por Animales.

Este tipo de terapias son intervenciones que complementan a las tradicionales. Al principio fueron ideadas para niños discapacitados y posteriormente adaptadas para tratar a niños con autismo, que son los beneficiarios prototípicos de este tipo de programas. Sin embargo, con el tiempo se vio su eficacia en tratamientos de personas mayores con movilidad reducida, de afectados por el síndrome de Down e incluso, en aquellos programas que se hacen con caballos, en los de personas con malformaciones genéticas de la columna (el balanceo de montar a caballo ayuda a enderezar la espalda y a mitigar los dolores).

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Montar a caballo ayuda a enderezar la espalda. Foto: pamplonaactual.com

En definitiva, son un tipo de terapias que se llevan a cabo con animales buscando un objetivo terapéutico concreto y en la que los animales que participan son específicamente seleccionados tras un estricto entrenamiento. El objetivo fundamental es la mejora del paciente en lo físico, social, emocional y cognitivo, a la vez que se mejora la calidad de vida de los beneficiarios del programa. La razón hay que buscarla en que estos animales alivian los sentimientos de soledad, depresión y aburrimiento que tienen algunas de las personas que se encuentran ingresadas o que tienen la necesidad de acudir diariamente a un centro especializado para realizar tareas terapéuticas en su mayoría tediosas.

Los perros, caballos, incluso delfines, como hemos apuntado, son una herramienta que ayuda al terapeuta a alcanzar más fácilmente los resultados perseguidos, pero carecen de poderes curativos en sí mismos. Las personas que han sido formadas específicamente en las terapias en las que se utilizan estos animales (que, insisto, también reciben un entrenamiento específico), saben sacar el máximo partido de ellos y utilizarlos del modo preciso para lograr los objetivos buscados. Pero, ¿qué aporta la TAA, como terapia complementaria a personas con trastorno del espectro autista (TEA), de la tercera edad o con discapacidades de corte estructural y muscular que la hace preferible a otras opciones?

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Terapia Asistida con animales. Foto: www.zoomnews.es

Lo que hace a este tipo de intervención ser diferente a otras está entroncado dentro del vínculo existente en las relaciones humano-animal que generan diversos beneficios aprovechados tanto por niños como por adultos:

  • Se trabaja mucho la empatía (entender e identificarse con los sentimientos y motivos de otra persona). Diversos estudios demuestran que las personas que conviven con mascotas consideradas parte de la familia, muestran mayor empatía que aquellas que no las tienen. Esto se produce porque, aunque parezca extraño, es sensiblemente más sencillo enseñar a las personas a sentir empatía por un animal que por otras personas ya que en la relación que los animales mantienen con nosotros no hay engaños ni intenciones ocultas. Si aprendemos a prestar atención a todo el lenguaje corporal que los animales despliegan, podemos empezar a entender lo que están sintiendo y generalizar este aprendizaje para captar el lenguaje corporal de los demás.
  • Se produce una mayor socialización (buscar y disfrutar de la compañía de otros) entre los que participan en estas actividades. Se puede observar un incremento de la felicidad de los pacientes, cuantificable en un mayor número de sonrisas e interacciones, respecto a otros tipos de terapia. En residencias u hospitales donde las personas viven largas temporadas, se observa una mejora de la socialización en tres de sus distintas variables: entre pacientes, entre pacientes y el personal del centro; y entre pacientes, personal del centro y familiares que se encuentran de visita. Esto se genera debido a que los animales hacen de puente entre personas de condición y estatus diverso eliminando las barreras, a veces tan molestas, como las de experto-paciente o niño-adulto.
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Ejercicio para estimular la atención de las personas mayores. Foto: blog.dependentia.es
  •  Los que reciben terapia perciben un clima de mayor aceptación. Los animales presentan una virtud difícil de encontrar en el ser humano: ellos no juzgan, siempre perdonan y no discriminan a una persona por su manera de vestir o por tener una determinada opinión.
  • Se genera una mayor compenetración.  En un contexto de terapia, el animal promueve un ambiente de seguridad emocional. Su presencia ayuda a que un terapeuta pueda llegar a tratar a un paciente que inicialmente se resiste a la terapia. Los niños son especialmente proclives a proyectar sus sentimientos y experiencias en un animal, por eso son tremendamente eficaces al ser utilizados con pequeños con algún tipo de trastorno en el desarrollo.
  • Genera sesiones de trabajo entretenidas. La presencia de un animal siempre es gratificante, incluso para aquellas personas a las que no les gustan. Resulta satisfactorio observar cómo se comportan y ver sus reacciones. Esto los hace especialmente eficaces en lugares como los geriátricos porque aportan un elemento que les libra del tedio cotidiano.
  • Ayuda a sacar a los individuos del ensimismamiento. Los animales tienen la facultad de ayudar a que el paciente se enfoque hacia el exterior a pesar de que algunas sean personas proclives a centrarse mucho en sí mismas y despreocuparse del entorno. Provocan que el paciente, en vez de pensar y hablar de sí mismo y sus problemas, tienda a pensar y hablar del animal presente durante las sesiones.
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Terapia Asistida con Animales. Foto: www.sanluis.org
  • Promueven un mayor contacto físico. La falta de contacto físico y caricias que sufren algunos menores provoca, en la mayoría de los casos, no solo fallos en desarrollo de las relaciones que establecerán estos individuos cuando lleguen a la edad adulta,  sino también problemas de crecimiento. Por ello, la calidez y las sensaciones agradables que produce tocar a un animal son tan importantes. En los hospitales, donde el contacto está más asociado a algo doloroso y desagradable, las caricias a un perro  aportan confianza y sensaciones positivas.

En casos de personas que han sufrido abusos sexuales, el poder mimar a un animal representa una gran diferencia, ya que no cuentan con otros medios para recibir este tipo de estimulación, debido a que el personal de estos centros tiene terminantemente prohibido tocar a los pacientes.

  • Promover el crecimiento y desarrollo de uno mismo y de lo que le rodea. Las habilidades de criar y cultivar son aprendidas. Los niños que se encuentran en situaciones de riesgo o en entornos que son deficitarios en algún sentido, tienen dificultades para aprender dichas destrezas. Estos animales son percibidos como seres mucho más dependientes y vulnerables que los propios pacientes, lo que les empuja a tener un sentimiento de responsabilidad hacía ellos y a tratar de ‘cuidarlos’ y hacerse cargo de ellos, con todo lo que eso conlleva. Esto a su vez provoca que la persona, al criar y ayudar en el desarrollo de un ser vivo, psicológicamente, satisfaga sus propias necesidades de ser cobijado.
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Terapia con Animales en el agua. Foto: autismo-en-accion.blogspot.com

Como se puede comprobar, las ventajas de este tipo de terapias llevadas a cabo con animales (siempre usadas como complemento a las tradicionales) respecto a otras, son palpables desde el primero momento. Muchos padres que se vean en la necesidad de llevar regularmente a sus hijos a un centro específico para que reciban determinadas terapias, saben del tedio que invade muchas veces a estos pequeños y el esfuerzo ingente que deben realizar para acudir de manera semanal a unas ‘sesiones’ donde las cosas que hacen no son siempre agradables y, en algunos casos, les generan dolor, ansiedad o rechazo.

Por eso doy un aviso a navegantes y pongo el foco sobre este tipo de terapias con animales que ya han demostrado, desde hace algunos años, ser tan vistosas como efectivas. Montar a caballo, nadar en una piscina con delfines o peinar a un perro son actividades que a la gran mayoría de nosotros nos hubiese gustado hacer de niños. Los animales despiertan en los infantes esa curiosidad innata por lo diferente y lo desconocido. Por ello, en nuestra particular cruzada por ayudar a nuestros hijos con el calvario que supone recibir determinados tratamientos, podemos contemplar la utilización de estas terapias como un complemento más a lo que hayan pautado los médicos.

Se trata de hacer de una obligación algo agradable. ¿Hay algo que despierte más cariño y más simpatías entre los pequeños que un perro que les espera con la lengua afuera mirándoles con ojos que expresan amor incondicional? Los niños captan como nadie esa aceptación y ese cariño de nuestros amigos caninos y reciben el mejor mensaje que un perro o un caballo o un delfín les puede enviar: «Atrévete y abrázame, hazlo  con toda la fuerza y la ternura de la que seas capaz”.

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