¿Correr en la calle o en la cinta?

A la gran mayoría de los corredores populares nos gusta salir a correr a la calle. Pero es cierto que a veces no es fácil hacerlo por algún motivo (climatología, estar en una ciudad desconocida, etc.). La cinta de correr, entonces, se vuelve la primera opción para no perder el ritmo del entrenamiento.

Cuando corres en cinta tu postura se modifica y cambia el tamaño de la zancada, por lo que se dice que hay que hacer ciertos ajustes para evitar lesiones y que conviene aumentar la inclinación de la cinta en unos grados dependiendo del corredor y la velocidad. En todo caso, el mayor inconveniente para mí es el aburrimiento que supone trotar en el mismo sitio en un ambiente cerrado, aunque la verdad es que ahora las cintas incorporan equipos multimedia muy avanzados en los que puedes poner música o ver la televisión. Yo alguna vez he puesto series que traía grabadas desde casa de esas que te enganchan y confieso haber superado más de una “tirada larga” en la cinta con la ayuda de Walter White cocinando metanfetaminas en Breaking Bad.

Correr en la calle es otra cosa.  Tiene también sus inconvenientes, pero se pueden contar con los dedos de la mano frente a los innumerables beneficios. Estar al aire libre, disfrutar de un bonito recorrido o poder ir acompañado de un grupo de corredores son algunos de ellos. También hay una ventaja enorme para los que viajamos. Conocer las ciudades a las que vamos corriendo es una verdadera gozada. Yo viajo mucho por mi trabajo y siempre llevo unas zapatillas en mi maleta, sólo hace falta preguntar en los hoteles por los recorridos más recomendados y listo. Ah! Si lo hacéis no olvidéis saludar a otros corredores locales cuando os los crucéis, los corredores somos gente educada.