De cena con Polo Ralph Lauren

Lo último no es llevarlo puesto, sino disfrutarlo en el paladar.

Luis Jiménez. 30/03/2015
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El diseñador Ralph Lauren “pillado” por uno de los comensales de su nuevo restaurante. Foto: Instagram. Haz clic para saber más sobre el local

El nuevo restaurante del diseñador Ralph Lauren ha abierto sus puertas en Manhattan y, al parecer, es fácil encontrarle allí. La élite del polo sirve de inspiración a este local situado en plena milla de oro neoyorquina, en la Quinta Avenida, entre las calles 56 y la 57, a poca distancia de las oficinas de la marca en la ciudad. Los amantes de este deporte disfrutarán sin duda del ambiente del restaurante repleto de fotos y referencias equinas. En el menú no hay grandes creaciones de largos nombres y bocados pequeños, porque así lo quiso el famoso diseñador. Sin embargo, si están todos lo esenciales. Destaca la carne, ya sea en su versión steak o en forma de hamburguesa con marca de la casa.

Hamburguesa, Polo Bar.
Hamburguesa Polo Bar Burger. Haz clic para saber más

Los precios están en consonancia con la zona. La hamburguesa Polo Bar Burger sale por 24 dólares y un bacalao negro (o pez mantequilla) acompañado con una salsa de setas por 31. En el menú vegetariano la relación oferta-precio está un poco más descompensada, pero en general entronca perfectamente con la idea de local que tenía el diseñador en la cabeza: “Busco la longevidad, lo atemporal… No quería que esto fuese un sitio de moda sino un lugar al que ir un par de veces a la semana”, decía al NY Times.

La carta de vinos la corona un Harlan Estate 2010 del Valle de Napa (California) por 1.875 dólares, pero la mayoría de su oferta está en torno a los 300 que, de nuevo, sigue estando en la media de la zona.

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Ralph Lauren y su esposa. Foto: Getty images. Make clic to buy

La visita al local es casi obligada para adictos a sus productos, pero ni lo intentes sin reserva porque no podrás pasar de la puerta. Solo los afortunados que no hayan perdido la paciencia intentando conseguir mesa, podrán ser testigos de cómo mundos tan aparentemente dispares como el de la comida y la moda encuentran un lugar pagano en el que reconciliarse. Aunque no hay dresscode, mi recomendación es ir formal y no propasarse llevando un polo de la marca o demostrar escaso gusto luciendo uno de sus competidores. Aquí uno nunca sabe quién va a cenar a su lado…

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