Champagne, ejercicios de estilo
El estilo es el alma de un champagne
Alguien dijo que encuadrar es excluir. Y es justamente lo que hizo la AOC Champagne en 1927 marcando las 33.705 hectáreas que se fueron dividiendo en las 280.000 parcelas que son hoy y que están repartidas en 320 pueblos (crus). Todo lo que está fuera de esa delimitación, no es champagne. Pero marcar el territorio incluye también definir cuáles son los mejores suelos y la mejor exposición de los viñedos, parámetros que determinan la excelencia de un viñedo.
Un inmenso tapiz de 280.000 posibilidades que dan lugar a un catálogo inagotable de crus, parcelas, vides, cosechas, ensamblajes, donde cada vino es un acto de interpretación del paisaje, una conexión que dará lugar a champagnes que podríamos enumerar y clasificar en una lista infinita.
Pero cada paso lleva a un mismo objetivo, obtener como resultado un vino único y equilibrado que refleje la visión del productor a partir del ensamblaje de diferentes variedades, diferentes parcelas y la unión de vinos base de vendimias anteriores. Este es el punto de partida de cualquier chef de cave, crear el alma de un champagne, porque como dijo Jean Cocteau, «el estilo es el alma», lo cual nos da la posibilidad de distinguir entre estilos.
Así pues, múltiples posibilidades permiten que cada chef de cave ejerza con libertad su derecho de trabajar la materia prima, optando a nivel técnico por una vía u otra, y dando lugar a perfiles de vino muy distintos. Lo que hace que un champagne sea un vino subyugado a las exigencias de la técnica, sin interferir en el carácter del terroir. Este juego de asociaciones lleno de trampas, complejo y fascinante a la vez, permitirá llegar a ese vino soñado.
Sin embargo, todo chef de cave tiene claro que el estilo precede al contenido, algunos siguen la huella de generaciones anteriores, otros deben enfrentarse con convicción a su propio desafío. Pero la deuda con el pasado no impide seguir haciendo ejercicios de estilo que marcan trayectorias únicas produciendo champagnes que habrá que descifrar. Así pues, se podría resumir diciendo que hablar del estilo de un champagne es hacer una interpretación de esa individualidad, que constituye una mezcla de conceptos donde todo está unido.