Ritos antiguos en tiempos modernos

La Bajada de la Virgen de las Nieves en Santa Cruz de La Palma y la ofrenda a San Benito en Orense son dos ritos de la historia de nuestro país.

César Justel. 15/07/2015
Enanos en La Bajada de la Virgen
Enanos en La Bajada de la Virgen
Enanos en La Bajada de la Virgen de las Nieves. Foto: santacruzdelapalma.es

Ya se sabe y, quizás, no hace falta repetirlo. Hay fundamentalmente dos tipos de fiestas: multitudinarias de grandes ciudades y pequeñas del mundo rural. Entre las primeras está la ‘Subida de la Virgen de las Nieves’en la isla de La Palma, antigua tradición que se repite cada cinco años a mediados de julio. Entre las segundas destaca la ‘Cova do Lobo’ en tierras orensanas con ritual mucho más ancestral -todos los 11 de julio- que sigue siendo increíble. Ambos se han celebrado este fin de semana.

Monumento conmemorativo en Santa Cruz de La Palma
Monumento conmemorativo en Santa Cruz de La Palma

La Danza de los Enanos
Es un espectáculo original y único que viene teniendo lugar desde el año 1.835. La transformación de los personajes en enanos es uno de los secretos mejor guardados. En medio de la plaza hay una caseta donde por un lado entra el coro compuesto por 26 hombres, vestidos de diferente forma cada año, y por el otro salen «convertidos» en enanos de grandes sombreros y cortas piernas que danzan al son de una música pegadiza. La Danza fue ideada para la Bajada de la Virgen de las Nieves, patrona de la isla, la imagen mariana más antigua de Canarias.

La bajada de la Virgen. Foto:
La bajada de la Virgen. Foto: bajadadelavirgen.es

La aparición de los enanos ataviados con vestimenta y sombreros del siglo XVIII es toda una sorpresa. Hay que ver la cara de asombro de los pequeños para los cuales todo es posible y que no se plantean cómo es posible «El Milagro». Pero lo más complicado ha venido con anterioridad, ya que vestir a cada uno de los enanos puede llevar unas cuatro horas, más las casi doce que tienen que permanecer así. Durante este tiempo, el enano no puede sentarse, ni doblar las rodillas, ni siquiera ir al servicio. Es un auténtico tormento, pero todos los que participan están orgullosos de ello y no dejarían su puesto por nada del mundo.

Cova do Lobo. Foto: César Justel
Cova do Lobo. Foto: César Justel

San Benitiño, o Santo das Verrugas
En lo alto, con magníficas vistas al valle, se encuentra Cova do Lobo -O Tarangaño- donde la Iglesia levantó una ermita a San Benitiño para cristianizar el lugar, donde desde antiguo venían gentes -y aún siguen- a curar a los niños «entaragañados» (con raquitismo). De la antiguedad del sitio dan fe restos arqueológicos cercanos (castros) y un poblado visigodo. A pesar de los miles de personas que se acercan a la ermita del santo, pocos son los que vienen hasta «O Tarangaño» para curar al niño, porque el raquitismo ha casi desaparecido y la maleza ha cerrado casi el acceso.

San Benito Cova de Lobo. Foto: carcamal
San Benito Cova de Lobo. Foto: carcamal

Impresiona el silencio del lugar, como si hubise una energía especial. Se trata de una enorme piedra en equilibrio sobre otras dos, por bajo de la cual se pasa a los niños enfermos. La madre entrega a la criatura por la oquedad y otra mujer (si es posible tiene que llamarse María) lo recoge: “Ahí viene el tangaraño, enfermo lo entrego devuélmelo sano”. Luego lo meten en el agua y dejan las ropas que llevaba. Se hace sin fotos y sin espectadores. Como señal de que se ha cumplido el ritual hacen nudos en las xestas (retamas). La costumbre comenzó en la Edad Media y lo inició un monje ermitaño que vivía en el lugar y sacralizó el culto a esta piedra.

Cova do Lobo. Foto: César Justel
Exvotos de cera como ofrenda a la Cova do Lobo. Foto: César Justel

Cerca se encuentra la ermita dedicada a San Benitiño, que no tiene nada que ver con el ritual, santo que cura las verrugas y al que la gente le ofrece exvotos de cera con la parte del cuerpo enferma el día de la fiesta (11 de julio). Las figuras de cera que se ofrecen al santo se vuelven a poner a la venta en un círculo interminable en que sólo cambia la cera que cada vez es más amarilla. Luego, las mujeres pasan sus pañuelos por la pequeña imagen para seguidamente frotar con ellos la verruga o la parte enferma. Y el caso es que -se crea o no- da resultado.

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