El arte de congelar la belleza
Fueron apenas dos días de enero. Efímero y con una potencia inusitada, como todo el trabajo de Azuma Makoto. Diseñador, las flores son su material, y la tecnología, sus herramientas para la instalación ‘Iced Flowers’.
Un espacio inorgánico para la vida de las flores: el hielo. Un lugar inhóspito para la exhibición: una fábrica al noroeste de Tokio. ‘Iced Flowers’ es uno de los tantos proyectos con que Azuma Makoto sorprende a sus seguidores. Él fue el que por primera vez mandó un bouquet al espacio e hizo noticia en el mundo. El que armó una isla flotante en el Océano Pacífico y la dejó a deriva. El que instaló un bonsái -su marca registrada- en el centro de una central nuclear abandonada.
Obstinado en deconstruir el concepto de belleza y en forzar la extravagancia en el color. Este hombre que de joven estudió leyes y en su tiempo libre tocaba en una banda, llegó a las flores para hacerse de algún dinero. Hoy lleva diez años dando que hablar en el diseño contemporáneo. Tanto que cada mes, la revista Numero publica una de sus obras y entre sus clientes se encuentra Hermès, Salvatore Ferragamo y Dior.
El cubo de hielo es el marco con el que trabajó en esta ocasión. Introdujo flores de todo tipo, aunque sus favoritas son las tropicales. Sus formas, dimensiones y colores lo cautivan, así como su larga duración.
Dieciséis bouquet se sumergieron en el agua para luego, congelados, pasar a ser parte de esta instalación donde tocó con su banda el día de la inauguración el 10 y 11 de enero de este año.
El diseñador quiso mostrar a las flores congeladas, fuera del alcance humano, en una nueva dimensión a través de los trazos marcados por el hielo. El contraste del espacio inorgánico, esa especie de jaula o ataúd, fue lo que le dio una fuerza inusitada a sus composiciones florales.
Azuma Makoto, un celebridad en Japón, siente devoción por la vitalidad de las flores, respeto por su condición efímera y una comprensión cabal de su interacción con los medios a los que las expone.
