Conoce el corazón de la Provenza

Sus calles empedradas y sus numerosas fuentes convierten el centro histórico de esta ciudad de unos 145.000 habitantes en un destino con mucho encanto. Aix en Provence es famosa por sus bulevares arbolados. En este sentido, destaca el paseo Mirabeu que fue creado a mediados del siglo XVII donde antes se encontraba la muralla medieval. Hace unos años fue renovado pero continúa siendo la sede de muchos cafés y tiendas que datan del siglo XIX. Los martes y los jueves en esta zona se venden telas típicas de la Provenza en los puestos callejeros dispuestos y adornados de manera refinada. Maravillosos.

Otro lugar imprescindible de la ciudad, ya que en este punto confluyen varias de las calles principales, es la Plaza de la Rotonda donde la protagonista es una majestuosa fuente con tres estatuas. Una de ellas mira a la ciudad y representa a la Justicia, otra en dirección a Marsella homenajea a la Agricultura y la tercera hacia Aviñón  evoca a las Bellas Artes.

Como ocurre con todos los lugares, lo ideal es pasear para poder descubrir todo tipo de curiosidades, rincones, poder charlar con sus gentes y también observarlas. En Aix-en- Provence son muy recomendables sus mercados callejeros donde la gente acude a ver y comprar antigüedades (martes, jueves y sábado en la plaza de Verdun), artesanía, flores (en la plaza del Ayuntamiento) así como frutas y verduras (todas las mañanas en plaza Richelme). Los primeros domingos de mes en la plaza del Ayuntamiento tiene lugar un mercado de libros antiguos y de segunda mano de 9 a 18 horas.

Esta ciudad ha de ser visita obligada para los admiradores de Paul Cézanne, hijo predilecto. Con una ruta turística guiada (cuesta 12 €) se visita su taller en el que permanecen sus objetos personales, material de trabajo así como los modelos de sus últimos bodegones. Además se hace un alto en Bastida del Jas de Bouffan, que era la finca familiar del artista y un punto de referencia en sus primeras obras. En el gran salón oval de la planta baja entre 1860 y 1870 pintó directamente sobre los muros doce grandes composiciones.

En esta ruta se conocen además las canteras de Bibemus, un lugar donde el pintor arrojó las bases del cubismo y que se conservan intactas en medio de la naturaleza que no ha sido perturbada. En el recorrido se conocen numerosas anécdotas así como los puntos panorámicos donde el pintor instalaba el caballete y la pequeña cabaña donde depositaba sus obras.

Una excursión que sin duda abre el apetito. En la mesa no hay que olvidar sus productos más típicos. Es el caso de la sopa de pescado (bouillabaisse), la carne de toro, quesos (el llamado Picodon es de cabra artesanal y el Banon está envuelto en hojas de castaño), aceites (se pueden visitar varios molinos-almazaras), vinos… Y como las hierbas aromáticas son parte de la esencia de esta región francesa no hay nada mejor que llevarnos un buen recuerdo a nuestra casa si adquirimos un saquito relleno de lavanda. Uno de los souvenirs más típicos de la Provenza.