La Luna de Ciria

Abrí el mail hace poco y me encontré con esto:
«Queridos amigos/as,
Solamente informaros que me voy a Letonia (que también obedece al nombre de Latvia), ese pequeño país en el Báltico que está al norte de Lituania y al sur de Estonia (que antiguamente formaban parte de la U.R.S.S., -siguen siendo bastante rusos-) y en donde el día 25 se inaugura una exposición de mi trabajo en el Mark Rothko Center de Daugavpils.

Si entráis en la página web tendréis que buscar mi nombre traducido al Letón: Hosē Manuels Sirija. Los que por alguna causa de fuerza mayor no podáis acompañarme, sentiré mucho que os perdáis la experiencia. En cualquiera de los casos, se os quiere!».

José Manuel Ciria en estado puro. Uno de nuestros grandes pintores modernistas, un genio del pincel, los colores y las texturas. José Manuel Ciria, además de genio, es amigo. La última vez que le ví en Madrid… «¡Qué ganas tengo de volver a NY, a Londres o a donde sea!», me dijo. Claramente estaba cansado de tanta crisis y de tanto político en crisis en España. Y eso que José Manuel vive la mitad de su tiempo junto a Esther en Londres. «Hay algo que me permite respirar… tranquilo, ya me entiendes. Y además allí adoran mi trabajo. A mí me gusta nuestro país pero me pesa demasiado tanto pesimismo». Esos ojos que lo miran todo en medio segundo, que todo lo analizan y que descartan tan rápidamente como pasa un parpadeo.

Desde que en 1984 realizara su primera muestra individual en la galería parisina La Ferrière, Ciria ha trazado una amplia trayectoria jalonada por numerosas exposiciones y premios. En los últimos años, su figura ha adquirido una amplia proyección internacional a través de sus muestras individuales en el Museo de Arte Contemporáneo de Herzliya en Tel Aviv, Israel (2002), Museo Estatal Galería Tretyakov en Moscú, Rusia (2004), Museo Nacional de Polonia, Varsovia (2004), Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez en Zacatecas, México (2005), Kunsthalle Museo Centro de Arte PasquArt en Berna, Suiza (2005), Museo de Arte Contemporáneo Ateneo de Yucatán en Mérida, México (2006), Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, Argentina (2007), Museo de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile (2009), Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) (2011), Museo Nacional de Arte Contemporáneo (MNAC) Bucarest, Rumanía (2012), Museo Raúl Anguiano (MURA) Guadalajara, México (2012), Museo de Arte Moderno (MAMBA) Buenos Aires, Argentina (2013), entre otros muchos espacios museísticos.

Tras una primera etapa ligada a una figuración de carácter expresionista, José Manuel Ciria estabiliza a principios de los años noventa la principal clave poética abstracta: el diálogo entre el fluir azaroso de la mancha y el rigor de la geometría, lo que supondrá la redefinición crítica de las dos herramientas fundamentales de la estética abstracta del siglo XX. A esta primera clave pronto se sumará el interés del artista por la diversidad de los registros iconográficos así como su infatigable labor de experimentación en el terreno de los materiales y los soportes. A partir de la combinatoria de todas las posibilidades y sustentado por una sólida reflexión conceptual, José Manuel Ciria elaborará a lo largo de los años noventa numerosas series cuyos principales ejes temáticos serán el tiempo y la memoria.

La memoria y la geometría fueron los culpables de que José Manuel Ciria y yo conectáramos. La falta de memoria de mi hijo pequeño y su «Luna sobre la montaña», que en realidad es un círculo sobre una pirámide, un cuadro maravilloso que cuelga de mi salón, inspiró sus primeras palabras cuando la voz regresó a su garganta. «Luna, mamá». Desde entonces la luna de Ciria forma parte de nuestras vidas. Miramos la luna, hablamos de la luna, discutimos sobre si es redonda o no, si la montaña es un triángulo negro, si la luna se apoya sobre la montaña porque está cansada o la montaña es tan alta que llega a la luna. La Luna de Ciria.

Una «luna» inspirada, como tantos otros trabajos de José Manuel, durante la época en la que vivió en Nueva York, a partir del 2005. Los años neoyorquinos supusieron un punto de inflexión en su producción, traducido en un proceso de enfriamiento pictórico a partir de la recuperación de la línea como armazón compositivo y la consecuente estabilización de una iconografía ambigua, a medio camino entre lo figurativo y lo abstracto.

José Manuel Ciria nació en Manchester el 3 de Febrero de 1960, de padres españoles (Santiago y Gloria),  vivió allí hasta los ocho años, momento en que sus padres regresaron a Madrid. Ciria empezó a destacar desde su infancia en su facilidad para el dibujo y la pintura, y después de pasar por varias escuelas y talleres del Círculo de Bellas Artes, a la edad de 17 años ingresa en la Facultad de Bellas Artes de Madrid. En segundo de carrera Ciria decide abandonar sus estudios y afirmarse como autodidacta. En 1994 obtiene la Beca de París del Ministerio de Cultura y en 1995 la Beca de Roma otorgada por el Ministerio de Asuntos Exteriores. En el año 2001 le es concedida una beca por el Ministerio de Cultura y Ciencia de Israel para preparar dos exposiciones en Museos de Tel Aviv. En 2013 se presenta el documental “Ciria, Pronunced Thiria” en el MoMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York) invitado por dicho Museo. Posteriormente, el mismo documental es presentado en el Museo Martin-Gropius-Bau de Berlín.

José Manuel ha presentado en medio mundo decenas de exposiciones colectivas e individuales. Es uno de los grandes que ahora expone en Letonia su último trabajo. Dice Lara Revuelta que su trabajo es como infinitas cajas …. dentro de una, aparece la siguiente y la siguiente… todas las interpretaciones posibles… ¿Quién tiene la suerte de comprenderlas todas o de llegar hasta el final?. Conmigo fue muy fácil, un cuadro tan impactante que hizo la voz. ¿Se puede pedir más a un pintor?