El crimen de la belleza III

¿Serán las mujeres culpables de la presión que ellas mismas sienten para estar siempre bellas? Analizamos el origen psicológico y social de este asunto.

Doctor Iván Mañero. 28/12/2015

En nuestra larga e histórica investigación seguimos sin saber quién es el culpable de lo que hemos llamado ‘el crimen de la belleza’. Es decir, entender de quién parte la presión que sienten las mujeres por desear ser bellas. Hemos investigado a los hombres (que salieron absueltos) y a los medios de comunicación, que sin ser del todo inocentes, no tuvimos más remedio que declararles no culpables (por ahora). Así pues, nos toca posar los ojos en otro sospechoso, esta vez no tan habitual: Las mujeres.

Angelina, una de las grandes defensoras de la mujer
Angelina, una de las grandes defensoras de la mujer

Porque, ¿son simples víctimas de la presión social para ser bellas o también tienen su grado de culpabilidad? ¿Es cierto que para liberarse y dejar de vivir bajo el yugo del poder masculino, las mujeres deberían de dejar de cuidarse y conseguir que la belleza externa no les importe?

Nancy Etcoff, doctora en psicología en el Harvard Medical School y gran investigadora de la belleza, advierte que sugerir que los hombres «poseen poderes ultraterrenos para dictar la conducta y las preferencias de las mujeres y que pueden definir su sentido de la belleza, equivale a decir no solo que las mujeres no tienen ningún poder, sino que encima son idiotas». Esta afirmación no es moderna. Georges Clemenceau, político y periodista francés del siglo XIX, aseguraba que «la belleza es en la mujer lo que el dinero en el hombre: una fuerza».

La belleza de Natalie Portman roza la perfección y simetría total
La belleza de Natalie Portman roza la perfección y simetría total

No son pocos los que creen que la belleza ha sido una distracción que ha perjudicado seriamente a las mujeres a lo largo de la historia. En cambio, muchos otros opinan que es falso pensar que las mujeres hubiesen progresado más si se hubieran ocupado menos de ser bellas. Y las pruebas lo avalan. Por un lado, la liberación de la mujer ha dado unos pasos agigantados en los últimos cien años. Sin embargo, a la misma velocidad también se ha desarrollado una industria de la moda y de la belleza que le permite mejorar su aspecto físico en todo momento.

Y han sido las mujeres, no los hombres, las que han ‘obligado’ a esos avances en belleza y cosmética. Porque si miramos el total de patentes que EEUU registra, nos damos cuenta de un hecho aterrador: sólo el 1% de estos ‘inventos’ son de mujeres. Pero si hilamos más fino y filtramos el tipo de innovaciones que se registran, vemos que el 60% de las patentes relacionadas con la belleza son creadas por mujeres. Así que por mucho que se empeñaran las feministas de otros tiempos, la belleza femenina no es un yugo de los hombres, sino una opción de las mujeres. Y de hecho una opción con mucho poder tanto consciente como inconsciente.

El maquillaje, uno de los trucos de todos los tiempos para estar más bellas
El maquillaje, uno de los trucos de todos los tiempos para estar más bellas

Preguntemos a quien preguntemos, sin importarnos la época en la que vivió, la sociedad en la que se desarrolló, su género, su cultura o su etnia, la belleza está íntimamente asociada a la simetría y las proporciones. Desde Platón, que aseguraba que la belleza reside en la medida y el tamaño adecuados de las partes que encajan armoniosamente en un todo.

Pasando por su discípulo Aristóteles, que también se refería a la simetría, el orden y la precisión para definir el concepto de belleza. O San Agustín, para el que equilibrio y forma geométrica eran sinónimos de lo bello. En el Renacimiento, las proporciones, el equilibrio y la simetría son esenciales para apreciar y representar la belleza. Y desde esa época hasta nuestros días, la cosa no ha variado demasiado.

¿Es la mujer culpable de la presión por estar más bellas?
¿Es la mujer culpable de la presión por estar más bellas?

Las mujeres lo saben y por ello suelen utilizar el maquillaje como arma para equilibrar sus rasgos menos simétricos o para destacar aquellas proporciones más bellas. Esto es algo que controla conscientemente, pero la naturaleza también les echa una mano, pues está demostrado que el rostro de la mujer cambia durante su ciclo menstrual, llegando al máximo de simetría durante sus días más fértiles. En un estudio realizado en clubs de streeptease de los Estados Unidos, se demostró que las bailarinas conseguían muchas más propinas cuando estaban en sus días fértiles que cuando tenían la menstruación.

Kim Kardashian, la reina del maquillaje en las redes sociales
Kim Kardashian, la reina del maquillaje en las redes sociales

Es cierto que las mujeres conocen muy bien sus armas de seducción. La ropa (según aseguran los antropólogos, la usamos para realzar nuestros puntos fuertes y esconder los débiles de nuestro contorno corporal), el pelo (tan sexualmente atractivo que es escondido en ciertas culturas) y el maquillaje, que permite destacar unos ojos grandes, unos labios voluptuosos y convertir la piel en algo extremadamente atractivo. De hecho, una piel uniforme, sin manchas, es  símbolo de juventud y salud; si además, se le añade el colorete, identificamos ese rubor artificial con excitación sexual.

Pero, ¿las mujeres se ‘arreglan’ así porque ellas creen que de esta manera son más atractivas o porque hay algo ancestral y biológico en sus mentes que las lleva a intentar tener una apariencia joven, fértil y saludable? Está demostrado que la belleza jugó un papel importante en la supervivencia cuando aún habitábamos las cavernas. Los machos buscaban en las hembras unos rasgos que le permitieran, a simple vista, decidir si aquella mujer podría ser una pareja sana y fértil que engendrara descendencia sana.

Mireia Lalaguna es la mujer más bella del mundo 2015
Mireia Lalaguna es la mujer más bella del mundo 2015

Las mujeres, a su vez, buscaban varones fuertes y saludables con los que criar a sus hijos. Saludables, para que sus retoños también lo fueran. Fuertes, para que pudieran defenderlas y cazar para ellas y sus hijos. Y aunque pensemos que de aquello hace ya mucho tiempo, contemos los miles y miles de años que pasamos en cuevas y los pocos que llevamos habitando nuestras confortables casas. Decididamente nuestros cerebros siguen funcionando, en este sentido, con mecanismos ancestrales.

Así pues, ¿no será una treta de la naturaleza la que nos hace creer que buscamos la belleza cuando en realidad lo que buscamos es la salud y la fertilidad para perpetuar nuestra especie lo mejor posible? ¿No serán nuestros genes los que nos obligan generación tras generación a superarnos? ¿No nos estaremos equivocando al pensar que sabemos lo que es bello, pero en realidad solo buscamos lo que es saludable?

La belleza tiene implicaciones a lo largo de toda nuestra vida
La belleza tiene implicaciones a lo largo de toda nuestra vida

Víctor Johnston, reconocido psicólogo evolucionista irlandés, ha concluido a través de sus estudios que el cerebro humano sufre una influencia hormonal mientras está en el útero materno, alrededor de la semana 13 de su vida embrionaria, lo que le condiciona a un sexo determinado. Pero además, esto también influirá en lo que esa persona aún no nata considerará atractivo durante el resto de su vida.

«El cerebro humano no ha evolucionado para representar con precisión el mundo que le rodea, sino que evoluciona para mejorar la supervivencia de nuestros genes», sentencia Johnston. ¿Lo mismo pasa con la belleza?

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