Un paseo por Saint Andrews 

Es al golf lo que Maracaná al fútbol, el Madison Square Garden al baloncesto o Wimblendon al tenis. Guarda en sus entrañas toda la magia del deporte y la historia.

Agustín Castellote. 02/05/2016

Llegar a Saint Andrews, situado al noroeste de Edimburgo, en la costa de Las Lowlands, es adentrarte en el mundo de la magia y la fascinación. La primera impresión te ofrece un paraje de aspecto frío e inhóspito, como si el tiempo se hubiera detenido hace 200 años. Una ciudad medieval llena de edificios de piedra, castillos, acantilados y majestuosas ruinas, con aroma añejo y rodeado de un aura mística que te atrapa poco a poco. Es una mezcla entre historia y naturaleza que evoca la leyenda, las banshees, las hadas y los monstruos. Un espacio de arquitectura singular, agreste y fascinante, donde cada rincón esconde una intriga.

Catedral de Saint Andrews. Un lugar mágico
Catedral de Saint Andrews. Un lugar mágico

En la ciudad, de 14.000 habitantes, destacan su catedral, actualmente derruida, y que en su tiempo fue la más grande de Escocia; el castillo, igualmente en ruinas, y su Universidad, una de las más antiguas y prestigiosas del Reino Unido. Son famosas sus playas de arena blanca, donde fue rodada la película ‘Carros de fuego’ y apenas cuatro calles en paralelo conforman el pequeño núcleo histórico, en un paisaje bucólico e imperturbable ante el paso del tiempo.

Sus bonitas playas de arena blanca entre acantilados
Sus bonitas playas de arena blanca entre acantilados

Pero si algo destaca en Saint Andrews, si por algo es conocida la pequeña localidad escocesa a orillas del Mar del Norte, es por ser ‘la cuna del golf’, por albergar el campo más antiguo del planeta, el Royal And Ancient Golf Club of St Andrews, cuyos primeros registros datan de hace más de 500 años y que hoy se ha convertido en la gran referencia del golf mundial.

Jugar al golf en Saint Andrews es un lujo destinado a unos pocos
Jugar al golf en Saint Andrews es un lujo destinado a unos pocos

Por eso, junto al aroma de la historia, de la naturaleza y la mística, en Saint Andrew, casi todo gira en torno al golf. Turistas que acuden como peregrinos para conocer el Old Course y, sobre todo, impregnarse de sus viejas y particulares tradiciones, muy alejadas de modas, y de un estilo peculiar que define la manera de entender el deporte y la vida.

El ‘viejo campo’ es un par 72 de 7.305 yardas en el que 7 de sus 18 gigantescos greenes son compartidos por dos hoyos. Un campo diseñado por la propia naturaleza, donde todo queda fuera de cualquier orden o simetría, que mantiene la esencia de su tradición centenaria y que se hace imposible cuando el viento decide formar parte del juego.

Conviene reservar con varios meses de antelación para jugar en Saint Andrews
Conviene reservar con varios meses de antelación para jugar en Saint Andrews

112 profundos bunkers, cada uno con su nombre, el más famoso es el Road Hole Bunker en el hoyo 17, son también una característica del particular escenario, donde cada hoyo tiene algo que lo hace singular. Un carrusel de valles, vaguadas, plataformas y greenes salvajes, le convierten en referencia absoluta en todo el mundo, hasta llegar al hoyo 18, a través del mítico Puente de Swilcan, junto al valle del pecado, donde el recordado Seve Ballesteros soltó su brazo con el puño cerrado al embocar un largo putt de berdie con el que ganaba el British Open en 1984.

Una ciudad mágica, un campo abonado para soñar, aunque para jugar debamos reservar con varios meses de anticipación y pagar 150 libras que cuesta el green-fee. Una experiencia inolvidable, dirigida por el propio Parlamento escocés y donde la tradición dicta que los domingos el campo se cierra a los jugadores y se transforma en un enorme parque, para el disfrute de los habitantes de la ciudad, donde pueden pasear, ir de picnic o simplemente contemplar un inigualable paisaje.

Un campo rodeado de un paisaje increíble
Un campo rodeado de un paisaje increíble

Saint Andrews: El deporte, la ciudad, el ambiente, sus gentes; esa salvaje belleza, entre colores verde, azul y gris, donde encontramos escenarios inesperados en los que el paisaje es tan hermoso que resulta casi abrumador y donde jugar al golf se convierte en una gran excusa para darnos un gran baño de magia.

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