El año sabático de Malia Obama
Su decisión de posponer un año su entrada en la universidad ha despertado el debate de la utilidad de estos años antes de continuar con nuestras vidas.
La hija mayor de los Obama va a esperar un año antes de empezar a estudiar en la prestigiosa Universidad de Harvard, donde también estudiaron sus padres. La Casa Blanca no ha explicado qué hará Malia durante este tiempo, ni a qué facultad irá en otoño de 2017 cuando se incorpore a su primer curso en Harvard. Pero desde que anunció su decisión, se suceden las reflexiones sobre los beneficios de tomar un año sabático, práctica que se está convirtiendo cada vez más habitual en Estados Unidos.
La propia universidad de Harvard recomienda hacerlo. Y han visto un aumento del 33% en el número de estudiantes que así lo han decidido. “Harvard recomienda a sus estudiantes recién admitidos a que retrasen la matrícula por un año para viajar, hacer un proyecto o actividad especial, trabajar o pasar tiempo de alguna otra manera importante, siempre y cuando no se matriculen en otra carrera. Cada año, entre 80 y 110 estudiantes retrasan su matriculación”.
Los expertos están de acuerdo en que la cifra va en aumento. Y cada vez hay más programas diseñados para estructurar un año sabático rentable y provechoso. Según The American Gap Association (AGA), este tiempo de desconexión académica tiene varios objetivos: desde evitar quemarse antes de tiempo, a ver mundo, acumular experiencia en el entorno laboral, desarrollar algún proyecto interesante o apuntarse a voluntariados internacionales. El 98% de estudiantes que optaron por un gap year, como se conoce en EEUU, asegura que ese tiempo les sirvió para desarrollarse como personas y conocerse a sí mismos, según un sondeo de AGA en 2015. El 77% cree que les ayudó a encontrar su propósito de vida y el 84% dice que ganó conocimientos relacionados con su futura profesión.
Pese a la creciente popularidad de los años sabáticos, todavía hay muchas dudas en torno a su utilidad y rentabilidad. Puede llegar a ser muy caro y no disponible para todos los bolsillos. No todas las familias pueden permitirse mantener a sus hijos un año más o retrasar la incorporación laboral, cuando ya los estudios superiores son un esfuerzo económico importante. Aunque conviene tener en cuenta que cada vez hay más becas, voluntariados o programas remunerados para los años sabáticos, como el del City Year, destinado a estudiantes que quieran convertirse en profesores asistentes en escuelas públicas.
La mayor preocupación de los padres, según las encuestas de AGA, es que sus hijos se desenganchen de la rutina académica o, incluso, no quieran volver a estudiar después de un parón tan largo. Temen además a los efectos de retrasar la graduación e incorporación al mundo laboral. Estos son factores importantes que conviene sopesar antes de tomar la decisión. Junto a uno de los grandes beneficios que tiene un año sabático: dejar de correr y respirar. Desde que somos pequeños corremos hacia la meta, sea cual sea en cada uno de nuestros casos. La educación es un privilegio, eso es indiscutible. Pero las prisas pasan factura.
Pasamos de la guardería al colegio. Después al instituto, de ahí a la universidad y, si tenemos suerte, algún master o doctorado. Entonces, si tenemos todavía más suerte, encadenamos sin respiro nuestro primer trabajo con los años académicos ya a nuestras espaldas. Para cuando decidimos respirar han pasado años y años sin que nos demos cuenta de lo rápido que hemos ido. Un año sabático es una oportunidad para hacerlo antes. Cuando aún no hemos madurado del todo, pero estamos a punto de hacerlo. Es la respiración profunda antes de que empiece otra etapa de nuestras vidas. Y es bueno saber que cada vez hay más opciones y posibilidades de ponerlo en práctica.