El riesgo de los hoteles ‘para niños’ en Miami

Si vas a un hotel, pregunta primero por el precio de las tumbonas. Y no desesperes en la búsqueda en Google.

Pregunto: «¿Cuánto es la tumbona, por favor?»
Me responden: «Las tumbonas normales si tiene habitación en el hotel son gratis, si no, son 100 dólares al día cada una. Si quieren la idílica cama/tumbona para la familia son 250 dólares día«.
Reacción: Casi me da un pasmo.

Antes de acomodarte, pregunta el precio de la tumbona
Antes de acomodarte, pregunta el precio de la tumbona

Miami tiene estas cosas, de las que no te avisan cuando decides pasar un fin de semana en un hotel con los niños en la playa. El invierno en el norte de Estados Unidos -da igual la costa- es frío, húmedo, con nieve… y el puente que hay en este país cada mes invita a las escapadas familiares. Internet se ha convertido en un verdadero escaparate de ofertas dirigidas. Una vez pones en Google «hoteles para niños en Miami» no paran de aparecer anuncios dirigidos a satisfacer tus supuestas necesidades. Sorprendentemente, todos con ofertas que rara vez se cumplen.

Me decía un experto en encriptación que el sistema está ya tan desarrollado que Google detecta desde qué marca de ordenador haces las búsquedas. Si es desde un Apple es todo más caro. Científicamente comprobado. Más caro y claramente más invasivo. Realmente no paran, da igual lo que buscaras. Ese es el negocio de Google, saberlo todo de ti para ofrecerte lo que has buscado en alguna ocasión o, quizá, lo que puedes querer en el futuro. El debate sobre la privacidad de datos está servido, pero no tienen ninguna intención de ceder ante el ser humano. Más bien todo lo contrario. Somos carne de Google.

Me dejé convencer por la oferta de The
Me dejé convencer por la oferta de The Edition

Pongamos que la temperatura es de 10 grados bajo cero en Nueva York con una nevada de 20 cm y quieres escaparte el fin de semana de Martin Luther King con los niños. La aerolínea de bajo coste BlueJet ya te ha explicado que tiene viajes a menos de 75 dólares. Y buscas ofertas de hotel. Yo caí en la ‘oferta’ de The Edition, un hotel de Miami Beach que se anunciaba como ‘para  niños’. Una vez que entrabas en la web para ratificar dicha oferta, o no tenían lo solicitado o sorprendentemente iban subiendo el precio según iba explicando mis necesidades.

Aunque parezca increíble, solo se abren las ventanas de las suites
Aunque parezca increíble, solo se abren las ventanas de las suites

Al final, llegas a un acuerdo con la ‘operadora virtual’ y contratas la habitación. Llegas a Miami y te encuentras con el hotel de diseño, con la habitación en la que ves el mar gracias a los prismáticos y en la que no se pueden abrir las ventanas. ¿Un hotel en la playa sin poder abrir las ventanas? Apuntar que, cada vez es más normal que en los hoteles no se abran las ventanas. Yo pensé que era para ahorrar energía, pero no. Fernando Gallardo me explicó que es para evitar suicidios. ¿Hay algo menos higiénico que una habitación de hotel que no se pueda ventilar en la que los baños no tienen ningún tipo de ventilación natural? Pues sí, hasta este punto hemos llegado.

Las piscinas del complejo están bien para los niños
Las piscinas del complejo están bien para los niños

Solo se abren las ventanas/terrazas de las habitaciones suites que, por supuesto, nunca están en oferta y te sale la broma por un pico. Ya estaba horrorizada nada más llegar, pero pensé en la piscina y en la playa. La piscina del The Edition está muy bien para niños. En realidad hay dos. Y junto a la piscina hay un bar/restaurante con menú infantil, muy de agradecer en estos megahoteles modernos y de diseño, en los que pintar todo de blanco y decir que son vanguardistas es todo uno.

Menos mal que tienen menú para niños
Menos mal que tienen menú para niños

El resultado, habitaciones pequeñas, minimalistas y ruidosas. Te cobran por todo, desde el botellín de agua hasta los dulces que hay en la habitación como «tentempié». El desayuno se sirve en el comedor (también minimalista) de la planta baja, decorado como si fuera una lonja antigua, con islas centrales para los alimentos (desayuno y comida). El frío intenso del aire acondicionado recomienda desayunar en la terraza que da a la parte posterior del hotel en caso de que hayas olvidado la manta a modo de chal para no congelarte mientras comes las muffins. El servicio es algo lento, pero simpático.

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