Acaba con el estrés en verano

El estrés que arrastramos puede llegar a bloquear nuestras vidas. ¿Sabes cómo identificarlo y neutralizarlo?

Ana Villarrubia. 03/08/2017
Studio shot of young woman working in office covered with adhesive notes

Estrés es un término psicológico que, por desgracia, nos suena familiar a todos. Y a estas alturas del año, si aún no te has ido de vacaciones, más todavía. En general solemos hacer un autodiagnóstico bastante acertado cuando decimos que “estamos estresados”, pues la mayoría de los síntomas son fácilmente reconocibles. Sin embargo, algunas personas tienen más dificultades que otras para identificar y reconocer las señales que su propio cuerpo les envía. En estos casos, para cuando llegan a darse cuenta qué es lo que les está sucediendo, su problemática ya se ha vuelto más compleja y profunda. Por eso, el primer paso para combatir el estrés es identificarlo adecuadamente.

Deja el estrés a un lado en vacaciones
Deja el estrés a un lado en vacaciones

A nivel cognitivo, lo más frecuente es pensar en términos catastrofistas y tener numerosas preocupaciones, dudas e incertidumbres. Igual que las vacas rumian su pasto, nosotros sufriendo estrés le damos vueltas y vueltas en la mente a las hipotéticas situaciones negativas que puedan producirse y a un sin fin de ideas pesimistas sobre el devenir de nuestro futuro. Desde el punto de vista emocional, lo que sentimos es ansiedad, miedo, inquietud y desasosiego. También nos sentimos tristes e indefensos, sumidos en una sensación de nerviosismo muy incómoda y muy presente.

Todo ello se traduce en frecuentes y variados síntomas fisiológicos como ritmo cardíaco acelerado, palpitaciones, sensaciones puntuales de calor o de ahogo, respiraciones superficiales y entrecortadas, dolor de estómago o problemas intestinales, dolores de cabeza o mareos, dificultades para conciliar el sueño… Y, como no podía ser de otra manera, nuestro comportamiento también se resiente: acusamos la falta de descanso con menos atención, nos bloqueamos, estamos más irascibles, nos cuesta disfrutar de las cosas y experimentamos muchas dificultades a la hora de tomar decisiones.

El estrés puede afectarnos también a la hora de dormir
El estrés puede afectarnos también a la hora de dormir

Como ves, el estrés puede llegar a resultar muy incapacitante, sobre todo si es muy intenso o si, a pesar de no serlo, se mantiene constante durante un periodo de tiempo prolongado. A eso me refiero con lo de vivir sometido a ‘demasiado’ estrés. Porque en esencia, el estrés no es siempre y necesariamente malo. En realidad todo cambio vital supone, de algún modo, un estrés para nosotros, y es obvio que no todos los cambios nos conducen a una peor situación, más bien todo lo contrario. Un cambio de trabajo, una mudanza, organizar una boda o un viaje… Son muchos los acontecimientos que valoramos muy positivamente y que también nos suscitan estrés.

¿Qué es lo que hace, entonces, que el estrés sea tan perjudicial para nuestra salud física y psicológica? El estrés nocivo es el que aparece cuando nuestras capacidades de afrontamiento se ven superadas. Ya sea porque se nos presentan muchos pequeños problemas que resolver a la vez, muchos cambios, o porque el tema que se nos avecina parece muy gordo y puede afectar a muchas parcelas de nuestra vida.  Un poco de estrés nos pone a tono, pero mucho estrés nos desborda y nos debilita. Por ejemplo, resolver un conflicto que abordamos con cierto nivel de activación nos hace sentir eficaces, pero la sensación de tener mil fuegos delante y no saber cómo apagarlos nos frustra hasta lo patológico.

Un poco de estrés nos pone a tono, pero mucho estrés nos desborda y nos debilita
Un poco de estrés nos pone a tono, pero mucho estrés nos desborda y nos debilita

Ahora que inauguramos época estival y que disfrutamos de las vacaciones más largas del año, es cuando la mayoría de nosotros podemos dejar nuestra rutina habitual a un lado y podemos tomar distancia. Por eso, el verano es el momento ideal para hacernos cargo del estrés que hemos acumulado durante todo el curso y aprender a gestionarlo de modo que dejemos de ser tan vulnerables ante él. ¿Sabes cómo hacerlo? Esta es la propuesta que yo te hago, prueba algunas de estas claves infalibles ahora que el verano te permite estar mas tranquilo para ensayar nuevas herramientas:

  • No trates de solucionarlo todo a la vez. Sobre todo si te asaltan muchos imprevistos al mismo tiempo, concédele a cada uno su parcela de importancia y su razonamiento independiente. Haz lo mismo también con los problemas más graves, pues son precisamente estos los que más lentamente suelen resolverse. No busques una solución global e inmediata, es probable que no la haya, ensaya pequeñas formas de avanzar paso a paso. Que no te pueda la impaciencia, valora cada éxito por diminuto que sea.
Sigue nuestros trucos para terminar con una vida demasiado estresada
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  • Prioriza. Ordena todas esas preocupaciones y decide cuáles son las más urgentes, y cuáles son las más y las menos importantes. Estos criterios te ayudarán a ser más eficaz a la hora de abordar todo lo que te preocupa.
  • Modifica tu vocabulario y cambia tu forma de pensar. Cuestiona tus interpretaciones. ¿Puede ser que eso que te ocurre o te preocupa no sea horroroso o tan catastrófico? ¿Puede que sea simplemente algo malo, desafortunado o inoportuno pero no irresoluble? Casi todo tiene arreglo, menos la muerte. Sólo necesitas salir del bucle del razonamiento emocional para abordar tu presente desde un punto de vista alternativo y más resolutivo.
  • Resérvate tiempo sólo para disfrutar. Crea tu propio “espacio libre de preocupaciones”. Por muchas cosas que tengas encima, es insano dedicarle todo tu tiempo a una sola área de tu vida. Airéate y despreocúpate por un periodo acotado de tiempo. Cuando hayas acabado, el problema seguirá ahí y seguirá siendo igual de grande, pero tu estarás más fresco y fuerte para hacerle frente.
Las vacaciones son perfectas para cambiar de aires
Las vacaciones son perfectas para cambiar de aires
  • Acepta que no todas las cosas pueden salir como tú deseas. Es decir, relaja esa exigencia interior que es una de tus peores enemigas. Muchas veces nos sentiríamos mas tranquilos sólo con aceptar que, sencillamente, somos seres humanos falibles, incapaces de controlarlo todo e incapaces de que las cosas sean rigurosamente perfectas.
  • Busca ayuda, escucha a los demás. Cuando estamos muy estresados nos volvemos más rígidos, acabamos aislándonos en nuestras propias interpretaciones y perdemos de vista la lectura que otros puedan hacer de nuestra misma situación. Escucha a las personas de tu alrededor, su punto de vista sólo puede enriquecerte. Contando con otras personas de confianza, lo peor que puede pasarte es que te desahogues placenteramente o que quizá descubras que puedes incluso delegar alguna de esas responsabilidades que creías que era sólo tuya. ¿No crees que merece la pena intentarlo?
  • Vive el presente. No le des más vueltas a lo que ya se resolvió, por mucho que te queda la «espinita» de que podía haberse resuelto mejor. Tienes bastante con lo que hoy tienes delante, como para seguir repasando infructuosamente todos los problemas del pasado.
Si no consigues liberarte, consulta a un profesional
Si no consigues liberarte, consulta a un profesional

Si nada de esto te funciona o si no consigues poner en marcha estas herramientas de manera autónoma, es posible que estés demasiado bloqueado o que tengas dificultades para interpretar tu realidad con mayor flexibilidad. Quizá con una simple consulta a un profesional consigas reencauzar esta tendencia y disfrutar más de tu vida. Te dará unas pautas muy similares a las que ya has leído, pero sabrá cómo guiarte de modo individualizado, acorde a tus necesidades y a tu estilo de personalidad.

Recuerda que lo que nos afecta no es exactamente lo que nos ocurre, es lo que pensamos acerca de lo que nos ocurre. Este pequeño mantra me sirve personalmente para salir de más de una situación de agobio, antes de verme desbordada.

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