El CSI del comercio vintage

Un mercado tan competitivo como el retail de lujo nos permite observar, de vez en cuando, la plena transformación en las que están inmersa la moda, el lujo y las marcas. Los clientes exigentes también se acercan a una perspectiva llena de aroma vintage y glamour: el gran nicho de mercado del boom de segunda mano. La crisis fue el detonante y se tradujo en un cambio. Un mercado que permite observar el lujo como inversión, rodeado de marcas y auténticas reliquias vintage que suponen grandes oportunidades de compra para el cliente.

De hecho, el mercado de segunda mano está casi tan lleno de posibilidades de triunfo como el de primera y abarca desde webs especializadas a aplicaciones de nuevo cuño. Lo que es más sorprendente es que el cliente tiene la posibilidad de adquirir un bien de lujo no falsificado, de segunda mano y en plena temporada a la vez. Esto es lo que he observado en la web de Vestiaire Collective, una firma de comercio electrónico especializada en este tipo de lujo.

Es el subsector del retail que más crecimiento está experimentando en este último lustro. Durante el ejercicio 2015, la consultora PrivCo estimó el valor de este mercado en una facturación de 14.000 millones de euros y, al ritmo que va, se estima que en 2020 facture unos 19.000 millones de euros y la mayor parte, vía ‘online’. De hecho, muchos analistas señalan que la nueva era digital del lujo será una senda con un horizonte amplio, donde el crecimiento será imparable.

Vestiare Collective fue creada en el año 2009 como punto de encuentro entre comprador y vendedor, donde participa como autentificadora de producto de lujo e intermediaria. La idea gustó a los consumidores desde sus inicios y en 2012 facturó 18 millones de euros, llegando a la friolera de los 46 millones de euros solo dos años después. El grupo cerró 2015 con una facturación de 100 millones de euros, un 28 % más que el año anterior, y generó más de la mitad de las compras a través de dispositivos móviles.

Entre sus primeros inversores se encuentra Thierry Gillier, fundador de Zadig&Voltaire, y ya está presente en más de 47 mercados con un plan de expansión inminente, con Estados Unidos y Asia en el punto de mira. Asimismo, tiene cuatro millones de usuarios, gana cada mes 100.000 clientes nuevos y cuenta con un catalogo de 3.000 marcas y 400.000 productos a los que se añaden cada día cerca de 2.000 artículos. Cada uno de éstos llega a la plataforma digital tras pasar por un severo proceso de control de calidad y autentificación para poder ponerse a la venta.

Si algo me gusta de esta firma es su cruzada contra las falsificaciones. De hecho, Sophie Hersan, el alma creadora de su catálogo de ventas, en varias declaraciones a medios y analistas señala: “Es el corazón de Vestiaire lo que nos desmarca de la competencia. Desde el minuto uno, la idea era crear una oferta amplia pero ante todo, selecta”. En el proceso observan con lupa el estado de conservación de las piezas (por ejemplo, un zapato con demasiados bailes no pasa el corte de selección para pasar a la venta y es desechado).

Sophie Hersan señala: “Nos llegan muchas imitaciones. En realidad, más de las que quisiéramos”. En 2012 firmó el acta contra la falsificación promovida por el gobierno francés junto a firmas como Louis Vuitton, Dior y Givenchy. En el mercado de lujo de segunda mano, las regulaciones son escasas, a veces nulas y eso beneficia muy poco al sector. El equipo que dirige cada día es conocido por el CSI de la moda. No hay etiqueta, numeración o código de serie que este equipo no pueda descifrar. Estudian minuciosamente desde el grabado en la cremallera del bolsillo interior hasta cómo son las disposiciones de las costuras, con el fin de verificar si la prenda es auténtica.

El concepto y modelo de la segunda mano en el lujo ha sufrido una gran transformación en los últimos años. Es, en definitiva, otra forma de ver y gozar consumiendo lujo, sabiendo que adquieres un artículo de valor por un precio menor (ya que no es nuevo) pero, eso sí, auténtico y selecto. En el lujo de segunda mano se ha pasado de una era de poseer bienes de lujo a otra en la que usamos, gozamos, disfrutamos con la experiencia de compra y a veces con el fin de invertir o revender.

Sébastian Fabre, confundador y CEO en Vestiaire Collective señala en cuanto al lujo como bien de inversión: «La gente compra pensando en el potencial de reventa”.  En est sentido, recuerdo un titular en el diario The  New York Times que decía: “Un bolso Birkin de Hermès es mejor inversión que el oro”. Sophie Hersan ponía un ejemplo acerca de esto: “El año pasado, una clienta compró uno Mini por 500 euros. Unos meses después, lo vendió por 5.000”.

Vestiare Collective se lanzó en España a finales de 2014. Marcas como Carolina Herrera, Louis Vuitton, Prada, Dior, Valentino… forman buena parte de la oferta y la demanda de cada día en la plataforma digital. También Isabel Marant, Hermès (que como en el resto del planeta, no falla), Chanel es una de las marcas más demandadas por los usuarios-compradores-vendedores de Vestiaire Collective (ayuda que la maison suba el precio de sus bolsos un 15% cada año) o Gucci son firmas ganadoras. De hecho, el 80% del catálogo lo integran artículos de las últimas colecciones de estas firmas, pero el sector vintage es fuerte.

La filosofía creada por Vestiaire Collective es «lo veo, lo quiero y lo compro; duden un poco y habrán perdido la oportunidad deseada”, así lo define Sebastian Fabre. Esto impera ahora en un consumo en el que el ritmo de la industria del lujo es demasiado inmediato, respetando muy poco el modelo de definición de cómo debe adquirirse un bien, pero siendo conscientes que los tiempos cambian. En Vestiaire Collective, cada seis meses se sirve una nueva colección, una nueva necesidad, una nueva tendencia, por lo tanto, un nuevo deseo de poseer lujo.

La web de Vestiaire Collective funciona de la siguiente forma: Los usuarios pueden adquirir un bolso de Gucci a un precio realmente tentador o vender unos stilettos de Louboutin que solo se usaron para una boda. Todos los agentes ganan. La plataforma digital se embolsa un 25% del precio en concepto de comisión por los servicios prestados al cliente comprador y vendedor siendo una puerta de acceso (auxiliar) al mundo del lujo.

Entre sus joyas vintage, el Kelly de Hermès o el 2.55 de Chanel siempre en constante oferta y demanda. Para hacerse una idea, cada semana llegan a Vestiare Collective, solo de Chanel, más de 300 artículos. Una web online de lujo de segunda mano, con exquisita creatividad y calidad que seguiremos muy de cerca para conocer su evolución de crecimiento económico. 

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