‘Ununbio’ turístico

Numerosos alojamientos turísticos consiguen parecer nuevos aunque adolezcan de cierta obsolescencia.

Fernando Gallardo. 29/08/2016

¿Un huevo de codorniz? ¿Una canica? ¿El guisante sobre el que dormirá la próxima princesa? No, el ununbio. Como todo el mundo sabe, el ununbio ha sido uno de los últimos elementos de la tabla periódica en ser sintetizados por el Centro de Investigación de Iones Pesados de Darmstadt, Alemania. Hasta 2010 no obtuvo su nombre definitivo, el copernicio, en honor del científico y astrónomo Nicolás Copérnico (1473-1543), con el símbolo Cn. Anteriormente, este elemento químico con equivalencia 112 se reconocía por su deletreo latino, “uno-uno-dos”, y su símbolo Uub. No se conoce todavía su apariencia física, pero sí que su isótopo 285 tiene una vida media de 0,24 milisegundos. Por tener una referencia, el uranio posee tres isótopos con pesos atómicos 234, 235 y 238.

Los hoteles deberían aprender a cooperar con otros
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De modo que podemos imaginarnos el potencial de este… potrillo salvaje de la naturaleza que pesa 277 veces más que el hidrógeno y es el más raro de los denominados metales de transición. El comportamiento exasperante de estos metales de transición como el ununbio me conducen, justificado por el inquietante discernimiento entre el huevo de codorniz, la canica o el guisante, a una reflexión profunda sobre la inacción activa de determinados hoteles o cadenas hoteleras detenidos obsoletos frente a la efervescencia de la llamada generación millennial y el turismo ‘low cost’.

Los millennial, la generación que manda también en alojamientos
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Si observamos el comportamiento del ununbio y de todos estos elementos centrales que conforman el bloque D orbital del sistema periódico, repararemos en el hecho de que esta supuesta estabilidad inactiva a cualquier reacción química la consiguen gracias a que dichos átomos cooptan el electrón que necesitan a su última capa de valencia desde otra capa interna. A su vez, esta cojera de capa la suplen de súbito extrayendo otro electrón de otra capa más interna. Y así sucesivamente. Lo que a la velocidad de la luz, en el interior del átomo, permite que su valencia sea siempre la misma. No en equilibrio estable, sino al contrario, en un desequilibrio relativamente estable.

Las grandes cadenas hoteleras deben seguir el ritmo que marca el mercado
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Para entendernos, lo que quito de allí lo pongo acá para que todo siga igual. Como la vida misma. Cuántos establecimientos hoteleros no estarán sumidos hoy en estas componendas del ununbio. Cuántos no andan renegociando afanosamente sus hipotecas sin reinventarse otro modelo de negocio con el que afrontar la próxima década. Cuántos no restan de su presupuesto un equis para ‘parchear’ temporalmente las goteras sin perder su valencia. Y cuántos más no saldrán ufanos tras estos años de récords turísticos por ser los ununbios predilectos del manual de ingeniería financiera vigente.

La cooperación es clave también en el sector turístico
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Fijémonos, en cambio, en el comportamiento de elementos más ligeros y volátiles como el oxígeno y el hidrógeno. Sus átomos están en un desequilibrio iónico de aspiración covalente 2 y 1 respectivamente, pero se expresan el uno respecto del otro con gran alegría, vivacidad, urgencia por interactuar. Son saltarines, digamos. Y en general, no requieren de catalizadores para fusionarse. Cooperan. Dos átomos de hidrógeno (H) enlazados covalentemente a uno de oxígeno (O) obran ese milagro químico de la naturaleza que es la molécula del agua (H2O), fuente de nuestra existencia y motor ecológico de todos los seres vivos.

El turismo sigue siendo la gran fuente de ingresos en nuestro país
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A diferencia del ununbio, cuya estratagema de supervivencia consiste en tapar agujeros de modo autosuficiente, el oxígeno y el hidrógeno se necesitan mutuamente para constituir la molécula de agua. Y, como se desean, se unen. Cada electrón con su par. Uno de peso 1 y el otro de 16. No son iguales, como se ve, pero sí complementarios. Pensemos en un núcleo atómico de alojamientos distintos entre sí, aunque complementarios. Empresas y personas que colaboran, se desean y se unen para engendrar una molécula de algo tan vivificante e insoslayable para el futuro del turismo como la hotelería de los sentidos.

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