Los nuevos dueños del fútbol mundial

China despierta y el fútbol se ha convertido en el gran reclamo, la herramienta de negocio perfecta para su expansión por los mercados del mundo.

Agustín Castellote. 19/09/2016

Según un informe elaborado por la economista del HSBC, Karen Ward, China se convertirá en el año 2050 en la primera economía global. Su despertar ya es un hecho constatado que la convierte en una seria amenaza a la influencia de los mercados convencionales. Mientras el fenómeno avanza a toda velocidad y a medida que el coloso asiático crece, su impacto en la economía mundial aumenta de manera vertiginosa. Y el fútbol, como herramienta de negocio, parece haberse convertido en un factor determinante en su imparable expansión.

China se apunta a la fiebre por el fútbol
China se apunta a la fiebre por el fútbol

China nunca ha sido una gran potencia futbolística, pese a sus más de mil millones de habitantes. Sus resultados deportivos jamás fueron brillantes. Sólo una vez consiguieron clasificarse para jugar la fase final de un mundial en 2002 y terminaron penúltimos, perdiendo todos los partidos y sin marcar un solo gol en la competición. Sus equipos nunca tuvieron el recorrido y la repercusión de otros en el resto de continentes. Pero la popularidad del fútbol y la fiebre del consumismo han cambiado el chip de la empresa privada, que con auténtico frenesí se ha lanzado a la conquista de la pelota, desarrollando el negocio y convirtiéndose en los nuevos dueños del fútbol.

Los futbolistas chinos nunca han destacado pero ahora tienen más interés
Los futbolistas chinos nunca han destacado pero ahora tienen más interés

La estrategia expansionista del gigante asiático va en dos direcciones: el mercado interno, que cuenta con el respaldo oficial del Estado y la universalización del negocio, con la compra de clubes de fútbol de las más importantes ligas del mundo. De puertas para dentro, la Chinese Super League ha decidido tirar la casa por la ventana, contratando a golpe de talonario y con cifras fuera de mercado a jugadores que, sin llegar a tener el estatus de súper estrellas, sí que reciben salarios de mega cracks.

En su fiebre por fichar, mientras observan con devoción a través de la televisión las ligas española, italiana e inglesa, el SIPG de Shangai llegó a pagar 62 millones de dólares al Zenit de San Petesburgo, por el brasileño Hulk. 50 millones abonó el Suning por el tambien brasileño Teixeira o el Guangzhoo Evergrande; 45 millones por el colombiano Jackson Martínez. Otros futbolistas como Lavezzi, Graziano Pelle o Ramires no dudaron en hacer las maletas, conscientes del momento y que nadie les pagaría nunca lo que les ofrecían allí.

Los salarios más altos de futbolistas se pagan en China
Los salarios más altos de futbolistas se pagan en China

Hoy en día y tras los intocables Messi, Ronaldo o Neymar y el sueco Ibrahimovic, los salarios más altos a futbolistas se pagan en China y el atractivo de un retiro dorado para los profesionales es un reclamo que no se puede discutir. Una fiebre que provoca que el propio gobierno estudie incluir el fútbol en el currículum nacional de la asignatura de Educación Física y que en los próximos años se multiplique la creación de escuelas y academias de fútbol para niños en todo el país, acelerado por el deseo del presidente Xi Jinping, reconocido fanático de este deporte.

Pero el auténtico boom del fenómeno chino en el fútbol ha venido de la mano de las inversiones en el exterior y la compra de clubes en las principales ligas del mundo, aduciendo razones estratégicas y financieras.

Europa es el centro de atención para los inversores chinos
Europa es el centro de atención para los inversores chinos

Así en Italia, Haixía Capital, un fondo para el desarrollo y las inversiones de capital chino, se ha hecho por 740 millones de euros con el 99,93% de las acciones del Milan, uno de los equipos más laureados del mundo y que era propiedad del ex Primer Ministro Silvio Berlusconi. Suning, cadena de productos de electrónica, se hacía con el 70% del otro gran equipo de la ciudad, el Inter de Milán.

En Inglaterra, el empresario Lai Guochan, dedicado a construir ecociudades, junto al fondo de inversión Yunyi Investment, compraban el West Bromwich Albion de la Premier League. El grupo inversor Recon, holding privado que controla varias empresas cotizadas en Hong Kong y China y que emplea a 35.000 personas en diferentes países, se hacía con el Aston Villa. Hasta el poderoso Manchester City de Guardiola vendía un 13% de sus acciones por 400 millones de dólares a un consorcio liderado por China Media Capital.

En España, China también ha querido invertir en fútbol
En España, China también ha querido invertir en fútbol

En España también se ha hecho palpable el nuevo orden que se anticipa. Si el Valencia era comprado por la empresa de Singapur Meriton Holdings, propiedad del empresario e inversor Peter Lim; Atlético de Madrid, Español y Granada, han recibido con los brazos abiertos la gran exposición del mercado chino.

El Granada, vendido por 37 millones de euros a Desport, potente grupo que se dedica a la mercadotecnia deportiva y que es propiedad de la poderosa multinacional asiática Wuhan Double. El Español, comprado por la empresa Rastar Group, que emplea a 10.000 personas y se dedica a la fabricación de juguetes electrónicos, videojuegos online y también cuenta con una productora de cine y televisión. Y el Atlético de Madrid, que llegó a un acuerdo para la venta del 20% de sus acciones a Wanda, líder en los sector inmobiliario, hotelero y de entretenimiento y propiedad del magnate, Wang Jialin, uno de los hombres más ricos del mundo.

El Atlético ha sido comprado por
El Atlético llegó a un acuerdo para la venta del 20% de sus acciones a Wanda

Con este panorama ya no hay duda que la fiebre del consumismo ha despertado al gigante chino, que encuentra en el fútbol una herramienta de negocio como pocas. Los nuevos dueños del balón resultan una clara amenaza para el orden conocido. El país de los 1.400 millones de habitantes, de las contradicciones políticas y sociales, ha llegado para quedarse, y es que ya lo dijo Napoleón hace dos siglos: «Cuando China despierte, el mundo temblará».

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