#CloseTo Carlos Latre: «Fracasar le da sentido al triunfo»

Siempre he dicho que, si no existiese, habría que inventarlo.

Amalia Enríquez. 20/12/2016

Nunca he ocultado mi absoluta debilidad y admiración por él. Siempre he dicho que, si no existiese, habría que inventarlo. Carlos Latre es el talento en estado puro. Resulta tarea imposible tenerle al lado y no caer rendida a sus ocurrencias y, sobre todo, a su candidez, ternura y humildad. No es fácil hablar de ocio con alguien que lo tiene como el motor de su vida, pero tampoco quería perder la oportunidad de mantener un “tour de force” con alguien que consigue arrancarme la sonrisa a la primera mirada.

The Luxonomist: Vamos a conversar un rato, como hacíamos antes…
Carlos Latre: ¡Ay, qué bien! Sabes que me gusta charlar contigo.

TL: Sentido del humor, eso no te falta…
CL: Me tomo toda la vida así. Siempre hay que tomársela con sentido del humor y, sobre todo, con energía positiva. Yo creo que ambas cosas van de la mano. Yo soy muy energético. Lo he sido siempre, sin saberlo ¡lo era! y pienso que todo el mundo debería regirse por eso, por lo que emanas, por la positividad, por lo que das y lo que recibes. Hay veces que nos preocupamos por tonterías y quiero dejar eso a un lado porque me siento un tipo muy afortunado. Intento ser muy positivo siempre, el vaso medio lleno que no falte.

TL: La importancia de la actitud… ¿Eras el gracioso de la clase?
CL: (Risas) Sin duda. Era el más gracioso, el que siempre interrumpía, el que siempre imitaba a los profesores. Todo eso y más.

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La fotografía principal de este artículo se hizo así

TL: ¿De dónde te venía esa “vena»?
CL: Yo creo que de lo vivido en mi casa, en la que siempre se ha cantado mucho. Mis padres han sido muy cantarines y mi abuela paterna Apolonia, que vivía en Madrid, era muy buena cocinera y siempre estaba cantando, sobre todo copla. Me acuerdo que me fascinaba su forma de cantar. Me empecé a interesar por el tema de la copla, porque me intrigaba saber cómo podían hacer aquellos gorgoritos de forma innata (risas), sin haber estudiado. Me flipaba.

TL: Y tú has conseguido hacerlo a base de esfuerzo..
CL: De esfuerzo, de oído y dedicación, como todo en la vida. No hay secretos. A mí no me gusta que me digan ¡qué suerte tienes! Yo creo que la suerte es muy relativa, existe, las coincidencias están ahí. Creo en la casualidad y en la causalidad. Hay un pequeño tanto por ciento de casualidad y, todo lo demás, es que tu energía, tu trabajo y tu día a día vaya encaminado hacia lo que quieres ser y hacer. Nunca se es lo suficientemente pequeño como para saber lo que quieres ser de mayor.

TL: En la habilidad, que se ha convertido en tu profesión, ¿cuánto hay de pasión, de trabajo, de suerte?
CL: Pues mira, suerte te diría que es un 5 %, el don es un 10 % y todo lo demás es trabajo, esfuerzo, pasión, dedicación, querer ser mejor, inquietud, actitud, iniciativa. Todo eso.

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«Hay veces que nos preocupamos por tonterías».

TL: Cómo recuerdas ahora a ese niño que le gustaba la copla, escuchar a su abuela mientras cocinaba, que imitaba a los profesores…
CL: Le recuerdo siempre muy sonriente. Mi recuerdo es “ja , ja, ja, ja” siempre. Tengo muy mal pronto, pero muy buen carácter. No tengo problema en pedir perdón, en reflexionar, en volver atrás y ver si me he equivocado o no. Soy bastante autocrítico y reflexivo.

TL: Y, en esa vuelta atrás, si pudieras ¿repetirías todo lo hecho?
CL: Hay muchos errores, en esa mirada atrás, pero supongo que lo haría todo igual, porque siempre me he dejado llevar un poco por la intuición, por lo que sentía en ese momento, por la piel. De todo eso, incluso de lo malo, he sacado muy buenos aprendizajes, que es lo más importante.

TL: ¿Por qué será que los fracasos sacan lo mejor de nosotros?
CL: Truman Capote decía que el fracaso es la sal y la pimienta del éxito. A mí me gusta como frase y como vivencia, porque fracasar le da sentido al triunfo, es el yan del éxito. En América hay una cosa, que es muy cierta. Dicen que, si no te has arruinado una vez en la vida, no sabrás valorar nunca cuando las cosas te van bien. Somos animales, es ley de vida. Hay que tropezar con la piedra.

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«Si no te has arruinado una vez en la vida, no sabrás valorar nunca cuando las cosas te van bien».

TL: Y ahí vienen los momentos de “tirar la toalla”...
CL: Yo he tenido muchos, muchos, muchos. Me he movido en un espacio que era “tierra de nadie”, porque yo soy un imitador. No soy ni cantante, ni actor, ni presentador. Ahora soy un poco de todo eso, pero he partido de una base que no estaba establecida como una profesión. Entre unos cuantos, hemos conseguido que eso tenga un papel y un peso dentro del humor. Y eso está muy bien. Siempre he tenido la sensación de ir cortando cañas por la selva y eso ¡me encanta!

TL: A pesar de ser feliz con todo lo conseguido ¿nunca te has arrepentido de no haber estudiado una carrera al uso?
CL: Sí. Me habría gustado ser periodista. Quería ser corresponsal, además. Me gustaba la idea de contar el mundo a través de mis ojos. En parte lo hago con el humor como vehículo y a través de mis personajes. Es una parte pequeña del mundo, pero es la parcela de mi mundo.

TL: ¿Y cuál fue el punto de inflexión para aparcar eso y dedicarte al humor?
CL: La radio. Cuando paso de ser el gracioso de clase, el que divertía a los amigos con sus personajes, a entrar en la radio y ver que aquello podía convertirse en una profesión, todo cambió. Tuvieron que pasar dos o tres años hasta que me di cuenta que eso podía ser así, que la radio es un trabajo y que era algo serio. Y, de esa etapa, paso directamente a “Crónica marcianas”. Doy el salto a la televisión y hasta hoy. Han pasado 18 años, querida…

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«Me habría gustado ser periodista. Quería ser corresponsal».

TL: Y ahí cambió tu vida…
CL: Sin duda ninguna. Al principio, aquello era como un parque de atracciones. Boris Izaguirre, Sardá, Jorge Salvador, al que yo admiraba tanto desde tiempo antes. Estaba con ellos, formaba parte de esa aventura y, además, gustaba lo que hacía.

TL: En esos momentos acecha el peligro de la vanidad…
CL: Cierto. Miente quien diga que no somos vanidosos. Todos queremos ser los mejores, a todos nos gusta que nos digan que lo hacemos muy bien, que nos aplaudan en el teatro y, si podemos ser el número uno en la venta de entradas, mucho mejor. Yo, más que en la vanidad, creo en una ambición positiva desde el punto de vista de una ambición personal, de objetivos, de propuestas, de querer ser el mejor tú pero sin compararte con otros. Yo no me miro en otros.

TL: Y eso hará posible que logres ser la mejor versión de ti mismo
CL: Me queda mucho todavía para conseguir eso. Mi show “15 años no es nada”, que era en principio una simple celebración, se convirtió en una parte importantísima de mi vida. Sin saberlo, significó un antes y un después. Me di cuenta que lo hecho, hasta ese momento, era importante. Ya tenía algo que explicar, que contar. Cuando iba a los programas, siempre tenía el síndrome de que no tenía muchas cosas que compartir. Y ahí me di cuenta que ese espectáculo significaba un punto de inflexión en mi carrera.

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«Este programa es el que, de verdad, ha cambiado mi vida».

TL: Y entonces llega “Tu cara me suena”
CL: Y ese programa es el que, de verdad, ha cambiado mi vida. En mi trayectoria, yo he tenido varios puntos que me han marcado mucho y me han supuesto saltos profesionales. Primero fue “Crónicas Marcianas”, después fue arruinarme y empezar de cero, encontrar un programa en Cataluña (Polonia y Cracovia) que me aportó muchísimo, entrar en el programa de Carlos Herrera en la radio, el teatro con “Yes, we Spain” (que fue el gran cambio de mi vida) y “Tu cara me suena”, que me la acabó de cambiar por completo.

TL: ¿Qué te hace reír a ti?
CL: Yo soy de risa fácil y me río mucho con mis compañeros. Me encanta reírme exagerado y hacerlo a gusto. No me cuesta nada reconocer que otros humoristas me hacen reír.

TL: ¿Cómo andamos de inseguridad?
CL: Todos los que nos subimos al escenario estamos llenos de inseguridades. Nuestra vida está marcada por lo que piensen los demás. Y eso es terrible.

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«Tengo la sensación de que me queda mucho por ver».

TL: ¿A ti te afecta?
CL: Me ha afectado mucho y cuesta aprender a pasar de ello, sobre todo cuando ves que son cosas injustas.

TL: ¿Lees al críticas?
CL: No demasiado. Las leía y me influían muchísimo. A veces me daba cuenta que estaba etiquetado, prejuzgado o marcado por con quien trabajaba o el medio en el que estaba. Nada tenía relación con lo que yo estaba haciendo.

TL: Y optas por la salud mental.
CL: Sí, sobre todo opto por saber quién eres, hacia dónde vas y tener muy claro que tus auténticos amigos están contigo incondicionalmente. Me di cuenta de que mi gente está conmigo y lo demás es secundario absolutamente. Tengo las espaldas muy cubiertas en ese sentido.

TL: ¿Dónde busca el ocio un hombre que se dedica a proporcionárselo a los demás?
CL: Mi gran pasión es el mundo de la gastronomía, el mundo del vino. Luego me apasiona el teatro, me gusta mucho y hago todo lo posible por ir cada semana, al igual que al cine. Me gusta mucho ver películas en casa. Tengo una gran pantalla especial para verlo, con sonido envolvente, y veo cine yo solo. Me gusta todo tipo de géneros, recuperar clásicos. Tengo la sensación de que me queda mucho por ver. Siempre digo que, en todos los aspectos de mi vida, me gustaría estar clonado tres veces para poder abarcar todo lo que me falta por descubrir. No tengo límite y me da mucha rabia no tener tiempo para todo. Es algo que me parece bonito por un lado, pero frustrante por otro.

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«Mi gran pasión es el mundo de la gastronomía, el mundo del vino». (Foto: Chocron Joyeros)

TL: ¿Recuerdas tu primera película de niño?
CL: Lo que recuerdo es que “ET” me dio mucho miedo. Tuve pesadillas durante mucho tiempo. Yo era muy miedica de niño y lo sigo siendo. Tenía terrores nocturnos y se lo hice pasar muy mal a mis padres. Otra película que me marcó mucho, pero en otro aspecto, fue “El mejor”, protagonizada por Robert Redford. Me encantó “La historia interminable” que, al principio, también me daba miedo, pero me pareció una historia maravillosa.

TL: Y, ahora, en la madurez ¿cuál es esa que permanece?
CL: ¡“Los Goonies”! Yo soy hijo de los Goonies, Indiana Jones. Spielberg es alguien que me ha marcado. Me ha gustado siempre mucho la aventura pero, con el tiempo, estoy abierto a todo tipo de géneros. He descubierto el cine y se ha convertido para mí en algo maravilloso. Todo tipo de expresión cultural a mí me fascina. Cuando tengo tiempo me meto en los museos, en las iglesias.

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«Yo soy hijo de los Goonies, Indiana Jones. Spielberg es alguien que me ha marcado».

TL: ¿Ves una película por el director, la historia, los protagonistas?
CL: Yo soy muy fan de los actores. Siento una enorme fascinación, respeto y admiración por su trabajo. Me gustó siempre Marlon Brando y sus memorias me marcaron muchísimo. Admiro profundamente a Javier Bardem, Roberto Álamo, Paco Rabal, Alfredo Landa, José Sacristán. El antes y el ahora. En mujeres siempre me ha encantado Carmen Maura. Si hiciera cine, me encantaría que fuera ella la que estuviera a mi lado. Y ¡cómo no! Meryl Streep. Me parece que no es humana, es maravillosa, extraordinaria, de otro planeta. Me gustaba mucho también Katherine Hepburn y, ahora, Cate Blanchet, que la interpretó precisamente en “El aviador”. No son grandes bellezas, pero son bellas porque tienen fuerza y mucha luz. Ese tipo de actrices me encandilan.

TL: ¿Has sucumbido al enganche de las series?
CL: Si, pero soy muy selectivo con ellas. Me han apasionado siempre las series históricas. Una que me marcó fue “Los Tudor”. Me conquistó la miniserie de “Isabel I”, “Los pilares de la tierra”, “Juego de Tronos” y ahora “Los Médici”. En otro estilo, me gusta mucho “El ala oeste de la Casa Blanca” y, últimamente, me ha enganchado “Stranger things”. Tengo muchas ganas de ver “The Crown”.

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«Me encandilan las actrices como Cate Blanchet»

TL: Me temo que vas a tener que sacar tiempo para todo eso..
CL: Ahora estoy en una época en la que estoy empezando a renunciar a hacer cosas que me quitan tiempo. Me estoy volviendo mucho más selectivo, porque me sobra tan poco que, del que disponga, quiero que sea muy bonito, que lo disfrute con cosas puras, que me aporten, que me hagan crecer”.

Se merece todo lo que le está pasando porque, al margen de ese incuestionable talento, que no deja de producirme -a partes iguales- envidia y rendida admiración, Carlos es un hombre que vive con los pies “bien atornillados” en el suelo. La vanidad le roza lo suficiente, el divismo no sabe lo que es. Pudiendo estar rodeado de un aparato de gente que le sirviera de filtro para llegar a él, sigue siendo el mismo chico accesible, que dejó asombrado a todo aquel que le descubrió en el “planeta Marte”. Su talento no tiene fin y esa es la mejor noticia para los que le admiramos de verdad.

Localización: Hotel NH Recoletos
Próxima semana: Javier Cofiño.

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