Los puros que van a venir

Esperamos cada lanzamiento de cigarro como se desean los primeros calores de la primavera o, en otoño, el olor de las castañeras. Y no se trata de un mero afán de novedad: en el universo de los puros la feroz competencia ha supuesto un mejor hacer y, por tanto, una creciente calidad. Por eso lo nuevo, en este caso, suele ser bueno. Además, al fumador de cigarros que ya se ha acostumbrado a lo excelente, no se le puede engañar. Esta semana hablamos de dos cigarros de formato pequeño y precio asequible: la próxima semana hablaremos de novedades de más envergadura.

Perdomo Small Batch 2005. En el goteo de novedades merecen un lugar especial estos Perdomo Small Batch 2005. Hay una filosofía de “practicidad elegante” que ha sido nota de la industria del tabaco. Ahí están esas pureras de cuero o esos muebles-humidor que bien podía haber firmado el mejor ebanista del reino. A esa corriente pertenecen -para delectación de los fumadores- esas pequeñas latas de 4 cigarros que hace unas semanas empezamos a ver en las cavas españolas.

Allí encontramos unos cigarros de formato reducido (cepo 46, 102 mm), que uno puede llevar al abrigo de su chaqueta en nuestros viajes por esos mundos de Dios. Se trata de unos tabacos nicaragüenses con 10 años de añejamiento y presentados hasta con tres capas distintas (Connecticut, Sungrown o Maduro).

Nos proporcionan una fumada de 30 minutos a un precio reducido (4,2 € por cigarro). Hasta tiempos recientes, no hemos tenido en España muchas opciones de fumar los cigarros de Nicaragua ya envejecidos (recuérdense esos Perdomo Edición de Silvio que desaparecieron de las cavas en apenas unos días): al igual que con muchos de los mejores vinos, se advierte la dignidad de estos tabacos -y de esa elaboración- en el noble afinamiento que adquieren con los años.

Y entonces aparecen unas notas de vainilla, una sorprendente cremosidad, junto -y que nadie se lleve a engaño- al proverbial nervio nicargüense: no dejen de probar los Maduro. Son cigarros envejecidos en barricas de Bourbon, práctica que gusta mucho en otras latitudes y que en España -con gusto fumamos los excelentes VegaFina Rum Barrell– están haciéndose cada vez más frecuentes.

VegaFina Perla Ecobag. No es el momento de descubrir las Perlas de VegaFina, una constante en los humidores de aquellos que dedican sus mañanas no tanto a la crítica de arte o al paseo como a trabajar, pongamos por caso, en una oficina. Estas perlas son una caricia dominicana que fumar en nuestros descansos. Se trata de unos cigarros suaves como los mimos de una madre, de dimensión pequeña (Cepo 40, 102 mm) y adecuados para esos 20 minutos en los que queremos repasar nuestra agenda, consultar el tiempo o decidir qué hacer el fin de semana. Son ideales para tomar con un té de media mañana y quizá una sencilla repostería.

Pero si estos cigarros son una solución para fumar en el día a día, también suponen, por sí mismos, la raíz de un problema: el de su conservación. Porque si tenemos un humidor en casa y otro en el coche, ya quizá sea excesivo guardar uno en el trabajo, junto a la impresora en red o el ficus que regalaron en Navidad a la de Recursos Humanos. La novedad, en este caso, no es el cigarro en sí, sino la ‘bolsa-humidor’ en la que, desde hace poco, podemos comprarlos. Lo que hemos denominado ‘bolsa-humidor’ responde al nombre comercial de ‘fresh pack’ y no es sino una sencilla saca donde duermen en humectación ideal 10 perlas, y todo ello a un precio muy razonable (19,95 €). La industria, al rescate de nuestras necesidades.