El millonario sueño de subir al Everest

El monte Everest se ha convertido en un atractivo turístico de primer orden al que se puede subir por cantidades que oscilan entre los 60.000 y los 90.000 euros.

Agustín Castellote. 13/03/2017

El monte Everest es conocido en el Tíbet como Chomolungma (madre del universo ) y en Nepal como Sagarmatha (diosa del cielo). Durante muchos años, alcanzar el punto más alto del planeta (8.898 metros) ha sido uno de los retos más importantes del hombre y un auténtico mito para los amantes de la escalada, que buscaban los límites del ser humano y que dejó en el camino cientos de cadáveres que no pudieron completar la hazaña. Hoy el ascenso al coloso Everest se ha convertido en un gran negocio, en una atracción turística donde las agencias del mundo entero intentan competir con las nepalíes, para ofrecer a los turistas los precios más económicos y las mejores condiciones para el viaje de su vida.

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Las expediciones han dejado de ser algo exclusivo de montañeros experimentados

Nunca hubieran llegado a entender George Mallory y Andrew Irvine (los primeros hombres en alcanzar la cima del Everest el 8 de junio de 1924 -aunque nadie puede acreditar su gesta porque jamás regresaron-) que la montaña en la que sus cuerpos desaparecieron entre las nubes, se iba a convertir en un mercadeo de tarifas, tasas, permisos o seguros. Lo que para ellos resultó el reto que les costó la vida, hoy es una guerra de ofertas y expediciones comerciales, de gente inexperta en muchos casos, dispuestos a comprar con dinero el placer de pisar el punto más alto de la tierra.

Hillary y Tenzing, en la embajada británica en Katmandú el 26 de junio de 1953
Edmund Hillary y Tenzing Norgay, en la embajada británica en Katmandú el 26 de junio de 1953. Fueron los primeros en pisar la cima del Everest y regresar con vida para contarlo.

Viaje en avión a Katmandú, la capital de Nepal, y desde allí a Lukla, la ciudad de los sherpas, entre 1.500 y 4.000 euros; tarifas de escalada y seguros (10.000 euros) incluido un servicio de evacuación en helicóptero por si fuera necesario; guías, sherpas (75 euros por día) vacunas, material, oxígeno, víveres, alquiler de yaks (150 euros por animal), porteadores, ropa especial, permisos y hasta tasas de residuos y basuras… vienen a sumar cerca de 50.000 euros, que es la cifra más económica para intentar el asalto al Everest.

Si prefieren ahorrarse todos los trámites uy la inmensa burocracia de meses de espera, pueden dirigirse a las agencias especializadas que se encargarán de prepararles un viaje placentero y ajeno a cualquier otra preocupación que no sea la de su pericia para la gran escalada. En este caso los precios oscilan entre los 60.000 a 90.000 euros para operadores occidentales y entre 40.000 a 60.000 euros si acuden a compañías nepalíes.

Muchos montañeros se han quedado en el camino
Muchos montañeros se han quedado en el camino

El Everest es una pirámide con tres caras  (Norte, Suroeste y Este) situada en la cordillera del Himalaya, entre Nepal y China, cuya cima, desde 1924, ha sido hollada por 6.500 montañeros (de ellos, 90 españoles). Cada primavera, después del crudo invierno con temperaturas inferiores a 60 grados bajo cero y antes de la llegada del temido monzón, se abre una ventana para atacar la cumbre. Son en esos meses de abril y mayo cuando se produce la gran congestión para aprovechar el buen tiempo y la única oportunidad que existe para lograr la cima.

Hemos visto y leído cómo son los campos base
Hemos visto y leído cómo son los campos base

En el camino es toda una gimkana que hemos podido leer en cien libros y en mil historias distintas. Todos ellos hablan del parque Nacional de Sagarmatha; el valle de Solu Khumbu a 2850 metros donde se contratan porteadores y yaks; Pheriche, donde se encuentra un hospital especializado en problemas de altura a 4.000 metros; el campamento base en Gorak Shep a 5.300 metros; el valle del silencio; un inmenso glaciar a 6.400 metros de altitud; el Saludador, donde se alza el laboratorio internacional de investigación inaugurado en 1990; la temida zona de la muerte, a 800 metros de la cumbre y donde yacen medio centenar de cuerpos de alpinistas que fallecieron en su intento por llegar; y por fin, la cima, por la que un día pregunté al montañero vasco Juanito Oiarzabal, que la holló en 1992 y 2001. «¿Qué se siente cuando estás en la cima del mundo?», y me contestó: «Paz. Paz y unas ganas enormes de bajar rápido de allí».

Doce horas se tarda en culminar el monte más alto del mundo
Doce horas se tarda en culminar el monte más alto del mundo

Doce horas se tarda en ascender los 1.000 metros que separan el campamento 4 de la cima, la parte donde la aclimatación es imposible, donde cada metro es una bocanada de vida, en la que el oxígeno no se puede reemplazar tan rápido como se consume y se produce el llamado mal de altura. Es el momento crítico de la escalada y donde tienes la sensación de que, si ocurre algo, si algo va mal, va a ser muy difícil salir de allí. Ese instante de estar tan cerca del cielo, tan cerca de la muerte y tan lejos de lo cotidiano es lo que hará que en apenas unos días, el Everest vuelva a convertirse en el gran capricho del riesgo. Si eres amante de las fuertes emociones, te gusta la aventura, te sube la adrenalina con el peligro y tu economía te lo permite, subir al punto más alto del planeta ya no es una misión imposible. Ya no está reservado para unos pocos; es cuestión de prepararse, aclimatarse y encontrar el mejor precio.

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