Pánico en el Waldorf Astoria

El hotel más popular de Nueva York, preferido por los diferentes presidentes de Norteamérica, se enfrenta a una futura reforma con incierto futuro.

Parte de la sociedad neoyorquina tiene los nervios a flor de piel, y no, esta vez no parece que el presidente Trump esté detrás de esta inquietud ciudadana. Esta vez se trata de la reforma del hotel más popular de Estados Unidos, aquel con tradiciones tan ilustres como la de hospedar a todos los presidentes del país, salvo a Barack Obama, que declinó hospedarse en él por motivos de seguridad en el año 2015, cuando el hotel fue comprado por la firma china Anbang Insurance Group (la operación tuvo lugar el 6 de octubre del año 2.014 por 1,95 mil millones dólares -unos 1,86 mil millones de euros-).

The Waldorf Astoria
The Waldorf Astoria

El mega grupo chino de seguros sorprendió con el aviso, el año pasado, de sus intenciones de realizar una profunda reforma en la que desaparecería una gran parte de sus habitaciones para convertirse en residencias de lujo, recordemos que el hotel está ahora mismo en las expertas manos de los Hilton. En concreto, la idea es pasar de las 1.413 habitaciones que posee en la actualidad a 840 destinadas a hotel, las restantes 573 se fundirían en 321 nuevos apartamentos de alto nivel, de la planta 14 hasta la 47.

Cumpliendo con su palabra, Anbang ha procedido a cerrar las puertas del icónico edificio el primer día del mes de marzo y las alarmas entre los más conservadores (arquitectónica e históricamente hablando) han contagiado a parte de la sociedad. De hecho, un representante de la empresa ha comunicado a los medios que trabajarán con expertos en Patrimonio y con el Comité de Preservación de Monumentos (última instancia que debe vigilar que la reforma propuesta se ciña a la normativa).

El ex-presidente Barack Obama
El ex presidente Barack Obama declinó la oferta de hospedarse en el Astoria

El edificio fue construido en 1.931, así que ha dejado de prestar servicio como hotel a los 86 años de su inauguración. Aunque los planes del gigante de seguros chino, del que no se conoce claramente quién está en la cabeza de la toma de decisiones (el New York Times publicó que su cúpula directiva es muy opaca debido a las leyes chinas, que promueven estos consorcios entre públicos y privados), no han sido expuestos claramente, ellos insisten en que conocen el valor histórico del inmueble y que lo tratarán con respeto.

Hotel Waldorf-Astoria
Hotel Waldorf-Astoria

Para quien no lo conozca, el Waldorf Astoria se ubica en el 301 de Park Avenue a sólo 15 minutos a pie del Central Park. Alcanza los 190 metros de altura, se compone de 47 plantas de altura y fue diseñado por el estudio de arquitectura Schultze & Weaver en un rotundo estilo Art Decó. La historia de este edificio, sin embargo, empezó mucho antes, en 1.897, con la fusión de dos hoteles, el Waldorf Hotel y el Astoria Hotel, muy próximos entre sí. Cuando estos dos hoteles fueron derribados para construir el Empire State Building (ni más ni menos), sus dueños lo trasladaron a la ubicación actual, realizando, de paso, el hotel más alto y más grande del mundo, título que sostuvo durante más de treinta años.

Interior del hotel Waldorf-Astoria
Interior del hotel Waldorf-Astoria

Por él han pasado casi todos los iconos artísticos con relevancia internacional como Marilyn Monroe, Cary Grant, Charlie Chaplin, Ava Gardner, Gregory Peck, John Wayne, Katharine Hepburn, Spencer Tracy o Burt Reynolds. Personajes que marcaron época y que aún hoy son idolatrados. Muchos aficionados a las series recordarán sus escenarios en ‘Ley y Orden’, ‘Sexo en Nueva York’, ‘Will y Grace’ o la fantástica serie ‘Los Soprano’. Y en largometrajes podremos ver el hotel en ‘Esencia de Mujer’, ‘Caprichos del destino’, ‘Serendipity’, ‘El Señor y la Señora Smith’ o ‘La Gran Estafa’.

Interior del Hotel Waldorf-Astoria
Interior del Hotel Waldorf-Astoria

Los más precavidos están tranquilos con respecto a la fachada del inmueble, que fue declarada monumento emblemático de la ciudad en 1.993 y, en otras palabras, no la pueden alterar. El problema está en que su interior no cuenta con ninguna protección legal y los amantes del pasado están muy inquietos con que la nueva reforma pueda dañar el Gran Salón de Baile o el espectacular mosaico de la entrada que da a Park Avenue, realizado con 148.000 piezas de mármol (¿quién las habrá contado?).

Habitación del hotel
Habitación del hotel

El mármol es uno de los materiales estrella del inmueble, importado en la época desde Bélgica e Italia. La exquisita belleza de este material, al igual que su fácil labra, lo hacen adecuado para cualquier ornamentación, sobre todo escultórica. Aunque debemos agradecer que el edificio se perpetúe en el tiempo a otro material de origen rocoso, la caliza. 23.000 metros cúbicos de esta piedra recubren el rascacielos protegiéndolo de la intemperie como sólo él sabe hacerlo. Como curiosidad, la envolvente de caliza se ancla a paredes perimetrales de terracota, reduciendo el peso y el impacto económico. La superestructura de acero, realizada por Thompson-Starrett, pesa 27.100 toneladas, ahí es nada.

Interior de Waldorf-Astoria
Interior de Waldorf-Astoria

Los nuevos dueños quieren dotar al edificio de un espacio comercial, un nuevo restaurante y un centro de fitness. Desde aquí les animaría también a que buscaran hueco para una piscina cubierta (ya no hay motivos para no tener una en cualquier rascacielos), el agua es la mejor fuente de vida y diversión. Con todo, muchas personas son conscientes de que el hotel necesita una restauración, varios inquilinos se han quejado del estado de algunas partes del mismo, muebles y revestimientos dañados y una imagen desgastada debida al imperdonable paso del tiempo.

Trabajadores en la construcción del Waldorf-Astoria
Trabajadores en la construcción del Waldorf-Astoria

En la retina de muchos neoyorquinos pesa no sólo la entrada y salida de celebridades nacionales e internacionales del hotel, también pesan los bailes de cada fin de semana, las innumerables bodas y celebraciones de las que ha sido testigo mudo, las conferencias de gran calado social o la cantidad ingente de turistas que han reservado allí por su enorme fama. En la retina de muchos, también, dos camareros que sonríen sobre una viga metálica mientras sirven a dos operarios, todos, suspendidos en el aire gracias a cables que bajan de una polea.

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