¿Cómo reaccionar ante un ataque terrorista?

Tenemos la responsabilidad, como sociedad, de no permitir que los asesinos modifiquen nuestros valores y esquemas sobre el mundo.

Ana Villarrubia. 25/05/2017

El horror nos ha golpeado de nuevo. Nos ha golpeado a todos, como sociedades defensoras de la libertad. Y lo ha hecho de una manera especialmente cruenta. Porque la ausencia total de humanidad y la magnitud de un atentado como el que sufrió Manchester el lunes pasado genera tal sentimiento de indefensión y de vulnerabilidad que trastoca nuestros pilares, descoloca nuestros esquemas sobre el mundo y ataca al corazón mismo de esa sensación de seguridad que todos necesitamos para funcionar cada día de manera adecuada. Quedamos expuestos, vulnerables y temerosos. Ese es el objetivo del terrorismo yihadista, adentrarse en nuestras vidas a través del terror.

Nos tenemos que reponer de estos golpes desde la fortaleza que nos confieren nuestros valores

Por eso es especialmente importante que todos mantengamos al compostura, que con dificultades o sin ellas – sin frivolizar, sabiendo que en los casos en los que la tragedia ha llamado directamente a la puerta de casa será necesaria una compleja intervención clínica – nos repongamos de estos golpes desde la fortaleza que nos confieren nuestros valores. Esos que los violentos, los fanatizados, los asesinos, no conseguirán derribar.

Tenemos que enfrentarnos a estos miedos y temores

¿Cómo hacer, en momentos de miedo y pánico, para que el terror no se apodere de nuestras vidas? Me contaba un conocido a la mañana siguiente del atentado que su madre no saldría ese día a la calle a hacer la compra. Me cuentan en la consulta muchas otras personas, con las imágenes del terror aún grabadas en sus retinas, que se plantean renunciar a algunos planes de ocio (sin riesgo intrínseco asociado mas allá del esperable por puro azar) o restringir sus aspiraciones a la hora de viajar por el mundo.

Sin embargo, aunque el miedo es una de las emociones más poderosas del mundo y ante las cuales el ser humano mas fácilmente se doblega, el plan más adaptativo para cada una de nuestras vidas y para la sociedad en su conjunto parece ser más bien otro. Sal a la calle, con miedo, a pesar del miedo. Desde el punto de vista psicológico no se me ocurre un plan más adaptativo.

Rodéate de personas queridas

Rodéate de las personas a quienes más quieres. Si te has sentido violentado y vulnerable lo único que necesitas es sentirte de nuevo a salvo, protegido. No permitas que los acontecimientos y la intensidad de las imágenes que los atestiguan se apoderen de ti y te arrollen. Estate acompañado todo el tiempo que necesites, siéntete atendido y escuchado. El calor y la empatía que los vínculos afectivos nos proporcionan son los que ayudan al individuo, y a la sociedad en general, a salir adelante, a reconstruir la confianza perdida y las bases destruidas del mundo que nos rodea.

Desahógate. Expresa tus emociones. Externaliza y ponle palabras a todo lo que sientes; es la forma que tienes para poder canalizar tus emociones, para impedir asustarte con ellas. Identifica lo que sientes y ponle palabras a tus sensaciones para poder gestionarlo y transitar entre todos los sentimientos que te vayan asaltando.

Desahógate

Normaliza tu vida. Sigue fiel a tus rutinas, a pesar del miedo. Haz las cosas con miedo si hace falta, pero hazlas. Porque empezar a modificar hábitos a causa del temor significaría sucumbir ante él y comenzar una espiral de evitación que se nos va fácilmente de las manos porque nos alivia en el corto plazo aunque limite nuestra vida en el largo. Protégete de la evitación antes de generarte dificultades posteriores.

Analiza el riesgo de manera racional. Los atentados terroristas (como también sucede puntualmente con algunos accidentes o catástrofes) se retransmiten con una notoriedad especial, nos emocionan de manera muy particular y promueven un contagio emocional que nos envuelve con mucha facilidad. Tanto los medios de comunicación convencionales como las redes sociales propician esta difusión que, por suerte para el terrorista, magnifica lo sucedido más allá del horror que el episodio ya conlleva en sí mismo. Por desgracia, desde las enfermedades (cardiovasculares y pulmonares principalmente) hasta los suicidios en los adolescentes (el principal motivo de muerte entre los adolescentes europeos) se llevan cada año más vidas que ninguna causa y, racionalmente, no nos producen tanto miedo ni acaparan nuestras preocupaciones. Suena muy duro pero realmente no está justificado que dejes de atender tus responsabilidades diarias, ni siquiera hoy, después de lo sucedido.

Busca ayuda

Busca ayuda. Si nada de esto te sirve y tu nivel de preocupación o la intensidad de tus emociones empiezan a entorpecer el normal desarrollo de tus funciones diarias, entonces recurre a ayuda profesional. No tienes por qué haber aprendido a manejar estas situaciones de crisis, no tienes por qué saber cuál es el camino más adecuado en este momento. Permítete recibir ayuda.

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