Hugo Silva: «En el cine hay que mentir muy bien»

El actor protagoniza junto a Imanol Arias y Darío Grandinetti, 'Despido Procedente', una película que divertirá y hará pensar al espectador a partes iguales.

Amalia Enríquez. 29/06/2017

El cine es, cada vez más, el reflejo de lo que pasa en la vida cotidiana. Y eso incluye lo bueno y lo malo de nuestro día a día. Los errores, casi siempre, tienen consecuencias. Dirigida por Lucas Figueroa y rodada entre España y Argentina, ‘Despido Procedente‘ está protagonizada por Imanol Arias, Darío Grandinetti y Hugo Silva.

Este último, el más joven del trío, también lo es en la empresa de Buenos Aires en la que trabaja. Sam, su personaje, es ambicioso, un poco infantil, con deseos de fama al coste que sea. Lo que no sé es si, al igual que el actor, también bebe mate… “Voy mucho a Argentina y le he encontrado el gusto al mate. Ya no vivo sin él”, me dice Hugo al recibirme en el set de entrevistas.

The Luxonomist: Un día Viggo Mortensen me dio a probar un poco y creí morirme…
Hugo Silva: La verdad es que es de sabor fuerte, pero me he acostumbrado, me gusta y me mola mucho (risas).

TL: Te ayuda a meterte más en el ambiente bonaerense de este guión…
HS: Sí, sí. Cuando me llegó este proyecto, no lo dudé. Me encantó, sobre todo la manera de escribir una comedia entretenida y divertida, hablando de un tema tan delicado.

TL: Y muy real…
HS: Sin duda, pasa continuamente. No hay más que encender la televisión para comprobarlo. Me apetecía enfrentarme a un personaje como Sam. No sabía muy bien cómo iba a ponerlo en pie, pero me atraía esa felicidad que tiene proyectada en el poder, en el dinero, la ambición, en pasar por encima de quien fuera sin importarle las consecuencias y los principios. El proceso fue muy divertido. Durante los ensayos descubrí que para que todo encajara, la única forma de justificar que un personaje quiera ser el primero en todo, que siendo español quiera ser el más porteño, el más tanguero, el más gaucho… era convertirlo en un personaje con cierto tinte infantil. Hacerlo así me resultó divertidísimo.

El personaje de Hugo es infantil y ambicioso. Foto: Irene Meritxell

TL: ¿Era un pillo o un tiburón?
HS: Yo creo que es un tipo que tiene potencial, pero que está muy equivocado. No sé qué tara tendrá, porque su felicidad solamente está enfocada al éxito, el poder y el dinero. En nada más.

TL: Proyectar la ambición en ese sentido es un fracaso emocional…
HS: Totalmente. Estoy convencido de que, en unos años, un tipo como Sam se pegará un buen tortazo. Si en la vida no estás conectado con nada ni con nadie, con la gente que te quiere y ausente de todo lo que te rodea, eso te lleva al fracaso.

TL: Realmente ¿cuáles son sus valores? Me ha costado encontrarlos…
HS: Solamente tiene ese, el de la ambición material y de poder. Él solamente se ve bien, fuerte y potente cuando está por encima de los demás, no ayudando y empatizando con ellos.

El personaje de Imanol es un hombre contaminado. Foto: Irene Meritxell

TL: ¡Qué fácil es dejarse contaminar por los demás! El personaje de Imanol, Javier, es un hombre bueno que se deja llevar por el mal camino…
HS: Yo creo que, desde el principio, está contaminado. Él también es un hombre con cierta ambición, que quiere conseguir un bonus en la empresa, tiene una mujer que ni le va ni le viene, pero es la ideal para aparentar. Tiene dinero, un buen coche, una gran casa, bienestar. Todo eso se le cae cuando comete un error, cuando empieza a ser consecuente y tener empatía. Si raspas un poco el guión de esta película, verás que es una historia bastante inteligente, que esconde una buena herramienta para la comedia.

TL: ¿Qué parte de improvisación y auto creatividad tiene Sam?
HS: Me he ceñido bastante a lo que estaba escrito pero, al ser un personaje tan infantil, tiene mucha inercia, te arrastra y pierdes un poco las formas. En algunos momentos me dejé llevar por él. Hay algún apunte de improvisación, pero me ceñí bastante a lo que estaba escrito porque, entre otras cosas, encajaba bastante bien en el concepto que yo tenía de Sam.

TL: ¿Es una película que te gustaría ver como espectador?
HS: Rotundamente sí. Me gusta mucho la comedia y disfruto mucho con ella pero, si además me hace pensar y, en un momento determinado, me doy cuenta de que me estoy riendo de algo que es tremendo, eso me gusta mucho.

Darío Grandinetti será el desencadenante del declive de Imanol. Foto: Irene Meritxell

TL: El Hugo actor y el espectador ¿exigen lo mismo?
HS: Sí, totalmente. De hecho, el Hugo actor se basa en el Hugo espectador. Ir al cine es para mí un sueño inducido. A mi juicio, es el arte más completo. Ir al cine es un ritual, no tiene nada que ver con disfrutar de una película en tu casa. La magia de ir a una sala es que estás viendo la película con la gente y se crea una atmósfera conjunta. Eso lo potencia todo. Es lo mismo que pasa en el teatro.

TL: …pero el código del teatro es diferente…
HS: El teatro lo que tiene es una convención total. En el cine hay que mentir muy bien. En el teatro, si todo lo haces bien y tiene coherencia, el público va a jugar contigo se va a emocionar con lo que hagas.

TL: ¿Te hace más feliz subirte a un escenario?
HS: Uffff… En el teatro ningún día es igual, tienes la ventaja de que solo vas a trabajar por la tarde (risas). Llegas, haces tu performance y te vas. Cada día sale de una manera.. y en el cine no. Una película implica estar todo el día centrado en el personaje, sujetarlo, procurar no cansarte, economizar esfuerzos para que, cuando llegue el momento, darlo todo en el plano. Tiene mucha adrenalina también el cine y es un deporte de fondo. En el teatro hay una comunión directa con el público y, posiblemente, te sientes más actor que nunca.

Hugo es exigente como actor y también como espectador. Foto: Irene Meritxell

TL: Me decías que el cine te hace soñar. ¿En el mejor de tus sueños imaginaste esto?
HS: Soy actor desde que nací… o he querido ser actor desde que tengo uso de razón. Lo he tenido siempre claro y esto no es por casualidad. Todo lo que me ha pasado no es por azar. Reconozco que he tenido mucha suerte, pero siempre la he buscado y proyectado en todas mis acciones. A veces me imagino haciendo otras cosas, porque para eso soy actor, pero esto es lo que me llena. Me he imaginado de camarero en un chiringuito o haciendo tablas de surf, pero el cine siempre gana.

TL: ¿Te reencarnarías en alguno de los personajes que has interpretado?
HS: Lo interesante de los personajes es que tengan un gran conflicto. Yo suelo elegirlos así, porque los hace más divertidos, por eso creo que no me gustaría reencarnarme en ninguno de ellos (risas). A nivel personal aprendo mucho de ellos. Los personajes no te llegan por casualidad, sino porque te tienen que llegar, porque tienes algo en la vida por solucionar.

TL: ¿Tú crees en eso?
HS: Yo sí. Creo que nada es por casualidad. No creo en la suerte, creo en la búsqueda y, sobre todo, en el esfuerzo. Creo que si buscas y proyectas, no es que el universo conspire a tu favor, es que lo estás buscando. No es Paulo Coelho, eres tú (risas).

Despido Procedente se estrena mañana en las pantallas españolas. Foto: Irene Meritxell

TL: Estás en un momento dulce donde conjugas cine y series. ¿La televisión se está convirtiendo en un plan A para los actores?
HS: Lo que creo es que, cada vez, las series están más cerca del cine. A nivel técnico, vas al rodaje de cualquier serie que se esté haciendo ahora y es el hábitat de una película. Ahora se rueda de la misma forma, el plan de rodaje es el mismo, el código de actuación es casi idéntico… Se han convertido en una oportunidad más de trabajo para los actores. Me alegra muchísimo que la televisión esté ya tan cerca del cine y que sea, cada vez, más valiente y le exija más al público.

TL: ¿Te asusta que no suene el teléfono?
HS: La verdad es que no. Primero no lo pienso y luego… porque soy yo el que llama (risas). No es que llame para pedir trabajo, pero llevo mucho tiempo trabajando y, a veces, monto reuniones para ver si un tipo concreto de proyecto puede salir adelante. Ha habido veces que no lo he hecho por mí, sino por otra gente. No me da pudor levantar el teléfono, pero también te digo que estoy recogiendo lo sembrado durante más de quince años. Creo que estoy viviendo la consecuencia de eso.

TL: ¿Ha habido una clave para no quedarte anclado en el ‘Lucas’ de ‘Los hombre de Paco’?
HS: Gracias a esa personaje sigo trabajando. Tengo más que agradecerle que renegar de él, de verdad. Aprendí muchísimo, tuve la posibilidad de hacer distintas tramas, desarrollar muchos estilos, aprendí a hacer comedia y evolucioné mucho como actor. Nunca me ha preocupado realmente qué piensan los demás de mí como actor, pero sí me ha preocupado lo que piensan de mis personajes. Lo que yo siempre he cuidado es la imagen de mis personajes, no la mía. Y creo que ha sido acertado poner el foco ahí y despreocuparme de lo demás, porque las modas y las opiniones van y vienen. Me he preocupado del trabajo, del personaje que estoy haciendo, disfrutar, volar y sentirme libre. Si me rallo con lo que piensen los demás, no voy a estar libre, no voy a transitar ni disfrutar del personaje.

Sinopsis: Javier (Imanol Arias), un ejecutivo de una multinacional, comete un pequeño error: indica mal una dirección a un desconocido que le pregunta en la calle (Darío Grandinetti). Esta equivocación se transformará en su peor pesadilla cuando el desconocido comience a acosarlo reclamando una indemnización por el fallo cometido. La situación se tensa aún más con la aparición de Sam (Hugo Silva), un compañero de oficina con quien tendrá que competir para mantener su puesto de trabajo. *Foto de portada: Irene Meritxell.

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