El estilo ruso llega a los ramos de novia
Los bouquets de Olga Pogrebisskaya tienen ese punto de extravagancia y grandiosidad que caracteriza a la cultura rusa, sin caer en el exceso.
Olga Pogrebisskaya (Ольга Погребисская) no tiene página web ni email porque odia el spam. Para contactarla hay que visitar sus cuentas de Facebook e Instagram, o escribirle por Whatsapp o Telegram. La clave para hacerse conocida ha sido el boca a boca.
Sus bouquets tienen una marca registrada: siempre hay una flor de gran tamaño que roba la atención. Puede ser una peonía, una protea rey o una dalia Café au Lait. Esa flor es su punto de partida y luego simplemente se deja llevar por su intuición.
Antes, se ha empapado de la personalidad del destinatario y tiene alguna idea sobre la paleta de colores adecuada. Moscú tiene diez mercados de flores (¡Madrid ninguno!), aunque Olga comienza su periplo con sus favoritos: Rizhsky Rynok, Flowers by Macheliuk y Black Baccara.
Al salir del colegio, optó por estudiar Química. Luego trabajó como publicista, en películas de animación y también dio clases de arte. No fue hasta hace cuatro años que decidió cumplir su sueño de convertirse en florista y tomó cursos básicos para ello. Apenas ocho clases y una corta pasantía le bastaron. Hoy reparte 55 bouquets al mes por todo Moscú.
Olga ‘hablaba’ con los árboles hasta los 10 años. Dice que fueron sus abuelas quienes le inculcaron la sensibilidad y el amor por las flores. «Los jardines en sus casas de campo eran el paraíso», recuerda.
Los rusos son y han sido amantes de las flores, pero se nota que la floristería y la decoración floral para bodas está creciendo particularmente en las grandes ciudades. Tienden a la opulencia y la extravagancia, tal vez por herencia cultural.
Las flores que utilizan son muy selectas y con muchas texturas. Y los bouquets son tan grandes que a veces dos manos no sirven para trasladarlos y hay que hacer uso de los brazos.
Sin embargo, los diseños de Olga, aunque de tamaño importante, no caen en lo estrambótico y mantienen una delicada coherencia estética.